España vive un retroceso preocupante en su industria automotriz. Según los últimos datos, la producción de vehículos cae mientras Brasil nos adelanta y nos desplaza del puesto 8 al 9 en el ranking mundial de fabricantes.
La transición tecnológica, la caída de la demanda europea y los costes de adaptación a los nuevos modelos eléctricos están estrangulando nuestras fábricas.
Este declive no es solo una mala racha: es un aviso de que estamos perdiendo competitividad estratégica. Si seguimos dejando que nos adelanten, no habrá vuelta atrás.