El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (XXVII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (XXVII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Como lo primero debe ir delante, gracias, muchas gracias, a ti (por la apostilla a la que respondo y, más, si cabe, que cabe, sí, por la llamada de teléfono —mi señera y señora madre, Iluminada, ya está en casa—, signo de tu interés desinteresado) y a cuantos coincidieron contigo en el comportamiento indicado.

Dejémoslo en mitad de lo uno y mitad de lo otro, echemos las susodichas mitades en una coctelera, batamos y sirvamos.

Permíteme que te diga que tu pregunta (con)tiene una trampa o un prejuicio explícito. No sé si buscada/o o sin querer, en el sintagma preposicional “por contra”.

La expresión “me importa un higo” es gemela (al menos, melliza) de “me importa un bledo”. Ambas voces significan “cosa insignificante, de poco o ningún valor”. Compruébalo. Bueno, ya lo has comprobado en el caso de “higo”. Pues, lo mismo ocurre con “bledo”. O sea, nada. Por lo tanto, a Natividad, qué buena pieza, qué gentil pieza, qué linda pieza (comparte la ironía con “qué alhaja” —ergo, sucede, sucede—), le alegra el fracaso del enemigo, aunque, al alimón, sienta (sin padecer la tristeza por) el fiasco propio.

Como ahora, en este preciso momento, al tiempo de dar cumplida respuesta a la otra pregunta, más precipua o principal, que me haces en tu oportuno y enjundioso escolio (ojalá lo haga con una pizca, al menos, de arte), me ha venido a la memoria este pensamiento de Concepción Arenal, “odia el delito y compadece al delincuente”, te aduciré lo que me consta, que ha habido un Borbón que echó un borrón. Pero no achacó, como suelen hacer otras/os, el morrocotudo marrón a otras/os, sino que se lo comió o tragó él, quien incurrió en el error. Si escuché bien (como lo oí varias veces, me cercioré de que había escuchado bien, sí), fue el propio monarca quien admitió que había marrado. Y que su intención era que el yerro que él cometió no lo iba a repetir más. Me vale su propósito de enmienda, pero ya sabes, para muestra también vale con presentar un solo botón. Hay botones (o borrones que cometen hasta los borbones) que son arquetípicos; tiempo al tiempo.

Recuerda que el verbo “olvidar” (algo —no olvidé el borrón del Borbón—) se construye de manera diferente en su variante pronominal, “olvidarse (exige el uso de la preposición) de” (algo —no te olvides de coger el pasaporte—). Tampoco olvides que el elefante pertenece al orden de los Proboscidios (probóscide, trompa) y que el orden de los “Panquidermos”, sic, con ene, no existe. No te tomes estos renglones a mal, porque todos, tú, yo y quien/es nos lea/n hoy o mañana, echamos borrones (aunque sea en otro ámbito), como el Borbón. Lo verdaderamente importante es reconocer que nos equivocamos y corregir nuestros yerros.

Has logrado trenzar una variante menos procaz o soez (o vulgar) que la que conocía: “con buena picha (polla) qué bien se jode”. No te falta razón en el aserto que nos brindas.

El notario de la actualidad (por quien a ratos me tengo), quien sostuvo y mantiene tal especie, te puedo asegurar que tampoco cobró.

Gracias por las rosas. Le entregaré, cuando llegue a casa, el ramo, tal cual me lo remitiste, a mi madre, si no te importa (intuyo o sospecho que no).

Vuelvo por mis fueros. Te saluda, aprecia y abraza, eviternamente agradecido por ser (comportarte) como eres (como me peta),

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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