EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (LXXXIX)
Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:
Sobre Pedro María Piérola García escribí una décima, que titulé “Pontífice entre contrarios”, nada más tener conocimiento de su muerte, triste nueva que me comunicó mi paisano (navarro, pero nacido en Corella, aunque actualmente también reside y vive en Tudela) Pío Fraguas, otro excompañero camilo.
Piérola, que, seguramente, tendría sus defectos, como cualquier hijo de vecino, para muchos (me atrevería a trenzar que para la inmensa mayoría) de los postulantes camilos que lo conocieron, frecuentaron y trataron, fue un ser afable, cariñoso e inolvidable, un segundo padre, vaya.
Ignoraba, de veras, que hubiera acudido a un concurso televisivo; ergo, asimismo, que hubiera estado en un tris de ganarlo.
Como da a entender el subtítulo (“antes de que te hayas ido”; por lo tanto, antes de que mueras), el poema va dirigido a Jesús Arteaga Romero, otro de nuestros profesores en Navarrete. Ciertamente, a mí me impartió Lengua y Literatura y Ciencias Naturales. No son baladíes el dato de “camilo sufrido” (ostensible; por el síndrome del miembro fantasma que padecía), la pareja opcional “letras/notas” y las referencias a Polimnia y Euterpe (por su doble afición a la poesía y a la música).
Las palabras de la cita son las que contiene la placa que le regalan al profesor, moderador y maestro de ceremonias William Hundert, y lee Deepak Mehta, uno de los alumnos que se juntaron bastantes años (cinco lustros cabales) después para darle la revancha a Sedgewick Bell, el alumno que perdió la final de la edición del concurso “Señor Julio César” de 1976 (y de paso, homenajear, al citado docente) ante él, y que le volvió a ganar, sin hacer trampas, la nueva final.
Te recomiendo encarecidamente que la veas, si no la has visto.
Te sobra razón (o no te faltan razones) en cuanto aquí arguyes.
Si uno, amén de disciplina, tiene las tres potencias del alma, ya puede ser lo que quiera ser, siempre que lo que quiera no sea una quimera, claro.
Celebro que las/os niñas/os cornaguesas/es, sus madres y profesora hayan disfrutado de lo lindo y aprendido un montón (sacándole provecho a esas dobles parejas modélicas —“utile dulci” y “delectando pariterque monendo”—, horacianas) en ese viaje a Logroño.
Huelga decir que deseo y espero que la intervención sea un éxito y que, tras remediar el defecto o reparar la imperfección, puedas estar cuanto antes en casa.
Itera su anhelo y esperanza de que todo salga a pedir de boca quien te saluda, aprecia y abraza,
Ángel Sáez García
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