El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CLXV)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CLXV)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

La décima quiere dar a entender lo obvio, que hay maneras (buenas) y maneras (regulares y hasta malas) de decir las cosas. Y que, si uno no hace el esfuerzo de comportarse como conviene con el otro o los otros, acaso el otro o los demás se comporten con él de la misma e injusta guisa.

Lo que le dice el deslustrado grajo al ennegrecido cuervo, “que manchas mi nombre, la buena reputación social que tengo”, es lo mismo que le dice la negra sartén al oscuro cazo (o, como la variante que recuerdas tú, la enfadada sartén a la irritada caldera). Y, acaso, por lo manifestado en el párrafo de arriba, convenga no echar en saco roto u olvidar, viceversa.

Imagínate qué ocurre cuando, por falta de tacto o de moderación (que eso es lo que significa, precisamente, según el DRAE, la locución sustantiva “ten con ten”), achacas a un allegado, deudo, esposa/o, hermana/o o amiga/o algo que, o no viene a cuento (está fuera de tiempo y lugar o de propósito y, por tanto, es un despropósito) o está equivocado de raíz o mal interpretado. El cabreo que puede coger o pillar (en definitiva, aflorar o brotar en) quien ha sido torticeramente tratada/o puede ser de los de aúpa o de órdago. Pues eso también puede suceder, como claro está, a la inversa.

Fantasea con esta otra posible explicación. Imagínate que un intelectual, periodista, politólogo o sociólogo (ella o él) se dedica a poner en la picota a este, ese o aquel representante político (ella o él) porque ha cometido este, ese o aquel error de bulto, dándoselas él (o ella) de poseer una conciencia impoluta, limpia, sin mácula. Es lógico y normal que el o los tratado/s con semejante medida use/n el mismo rasero, quiero decir, eche/n mano de apodos o motes, si advierte/n en un adversario político o varios conmilitones del primer motejador, otras faltas o yerros. Eso es lo que también quiere decir la décima.

Espero y deseo haber contribuido a clarificarte, desmenuzarte y dilucidarte la espinela.

De vuelta de Pamplona, a donde he ido en el autobús de la Cruz Roja (Mariví, su conductora, nos ha recibido como de costumbre, con los brazos abiertos) para acompañar a mi señera y señora progenitora, pues hoy, sobre las cuatro de la tarde, le han dado la segunda sesión de radioterapia (del segundo ciclo, más corto que el anterior), leo tu comentario y me sumo a tu grito de “¡viva la libertad!”, a pesar de todos los pesares que aduces, quiero decir, que abundo o secundo, si no tienes inconveniente, la proposición crítica (o moción de censura) que formulas con motivos y razones de peso (al menos, así me lo parecen a mí también).

Como sabes yo no estuve (me consta que tú sí) en el coro de los Padres Camilos, de Navarrete, dirigido por Jesús Arteaga Romero, pero, aun con peor voz, asimismo, me uno, a la tuya y a la de cuantas/os entonen con nosotros la celebérrima canción (de) protesta “Libertad sin ira”, de Jarcha.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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