El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Nadie refutar puede tal aserto

NADIE REFUTAR PUEDE TAL ASERTO

“Hablando se entiende la gente”, dice el dicho castellano. Hoy, aquí y ahora, afirmaré y/o agregaré algo más, que nadie (hembra o varón) refutar puede tal aserto. De hecho, en el debate de ideas y cruce de argumentos, todos hemos podido comprobar alguna vez cómo el otro, nuestro interlocutor (o uno de ellos, en el supuesto de que se tratara de un coloquio mantenido con y entre varias personas), si estábamos atentos a su discurso, gracias a (o tras escuchar) su reflexión, nos hizo ver una faceta de ese poliedro que es la realidad, en la que nosotros no habíamos caído o reparado y eso nos influyó tanto o de tal manera, que nos hizo enriquecer, matizar y hasta mudar nuestra perspectiva sobre el asunto o problema en cuestión.

Comparto dicho parecer, por tanto, con cuantos (ellas y ellos) defienden y sostienen que el diálogo puede ser, amén de estupenda y necesaria, una fuente inagotable de herramientas o razones para resolver conflictos, siempre que el otro contertulio no funja o finja ser una pared, por ejemplo. Porque, en ese caso concreto, el conflicto, en lugar de resolverse, puede agravarse aún más. La experiencia es un grado. Mi tristemente finado progenitor solía decir que “es la madre de la ciencia”. Cuando has conocido el paño o percal, cuando sabes cómo se las suele gastar el otro, ¿vas a seguir confiando en quien tu propia experiencia te dice y dicta que no debes? ¿Has olvidado la moraleja de la fábula de la rana y el escorpión? Yo suelo recomendar que se recuerde en casos tales, para que nadie tenga que volver a maldecir su mala suerte, esa expresión latina que dice así: “Vulpes pilum mutat, non mores” (“La zorra cambia el pelo, no las costumbres”).

Uno puede hablar con el otro de lo que sea, siempre que el otro no imponga las reglas de juego (y con más motivo si estas son previas y, mientras no haya un nuevo acuerdo que las cambie, son las que son), ni los asuntos a tratar en dicho diálogo, ni sus límites, ni sus criterios (verbigracia, si nos hace ver, como advertencia previa, que él solo está dispuesto a hablar si, al final, alcanza sus objetivos, si logra conseguir esto, eso y aquello, sota, caballo y rey, a toda costa, a todo trance o a rajatabla).

Así que, como de todo ha habido, hay y habrá (barrunto) en la viña del señor, concluiré este texto como lo haría Pero Grullo, remedando alguna de sus certezas, que, por consabidas, es pública necedad o simpleza volver a repetirlas, profiriendo, verbigracia, que hablando se entiende la gente que se entiende hablando, porque, asimismo, cabe añadir que ha habido, hay y habrá (conjeturo) gente, defensora de ciertos principios y valores radicales, que hablando no se ha entendido, no se entiende ni (sospecho) se entenderá jamás de los jamases con otra gente, defensora de otros principios y valores totalmente opuestos a los anteriores, aunque se empeñaran en ello, esto es, lo intentaran un día sí y otro también, quiero decir, ni a la de tres, ni a la de diez, ni a la de cien, así vivieran ciento cincuenta o doscientos años.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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