El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Contra quién va ese elogio o ditirambo?

¿CONTRA QUIÉN VA ESE ELOGIO O DITIRAMBO?

Dilecto Jesús:

Pues te aconsejo que no te sientas como hoy te sientes. “Nadie es más que nadie” (“nadie es más que otro, si no hace más que otro”, escribió Cervantes en el capítulo XVIII de la primera parte de su “Don Quijote”; esto va para los que se quedan cortos, los no avisados). Esta mañana te recordaba qué pregunta solía venirle a la boca a Federico Cuadrado, en “Abel Sánchez”, de Unamuno, cuando oía una loa: “¿Contra quién va ese elogio?”. No sé si es debido a la ley del karma o a una mera muestra de justicia poética, pero basta (con) que alguien reciba una alabanza desmesurada, para que, como contrapartida o contrapeso, buscando que vuelva cuanto antes el equilibrio perdido, salga a relucir un hecho denigrante del sujeto elogiado, contrarrestándolo.

Y, como para muestra basta y sobra con exhibir o presentar un solo botón, luego, cuando termine de contestar tu correo, te mandaré el texto que acabo de rematar. Esta misma mañana, antes de leer tu loa, la urdidura (más bien “urdiblanda”) encomiástica que me escribiste, he protagonizado un suceso indecoroso que ha venido a promediar tu texto laudatorio. No somos ni los genios que nos creemos unas veces, cuando la euforia que vivimos nos corona de laureles, ni los tontos de remate por los que pasamos cuando las circunstancias nos vienen mal dadas. Así que hazme caso y no te martirices. Ni los delanteros de un equipo de fútbol son unos dioses cuando marcan un triplete o “hat-trick”, tres goles, ni unos negados cuando pasan diez jornadas sin marcar (salvo en los entrenamientos).

Tengo para mí que es reivindicación justa, justísima, que las desigualdades manifiestas, de hecho, que han sufrido (y todavía sufren) las mujeres, respecto de los varones, se vayan corrigiendo (servidor quisiera que la enmienda fuera inminente, ya, pero me temo que su curso será paulatino, poco a poco).

Celebro sobremanera que tu junior haya encontrado trabajo y entiendo el júbilo que vivís en casa, contentos todos de que tenga un contrato, una obligación, y que, por su comportamiento competente, sin que haya mediado enchufe, haya sido escogido entre otros aspirantes.

Pues, ¡muchas felicidades! con retraso. Si no te felicité el mes pasado, la culpa la tuviste tú. Te he avisado (y en más de una ocasión, me consta) de que, salvo los cumpleaños de mis hermanos y sobrinos, los del resto o me los recuerdan los cumpleañeros (ellas o ellos) o se me van del caletre (los paso por alto).

Sé que me sigues (al menos, te mando todo lo que voy a publicar), pero ignoro si el año pasado, con la triste ocasión de la no entrega del Premio Nobel de Literatura, te lo pasaste estupendamente leyendo el texto que escribí a propósito del hecho (yo, al menos, me lo pasé así, me divertí un montón, escribiéndolo).

Es normal que estés como estás, acongojado. Yo también lo estaría en tu caso, pues reconozco que estoy pez en la lengua de Shakespeare.

Te saluda, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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