El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Bienvenidas serán las digresiones

BIENVENIDAS SERÁN LAS DIGRESIONES

SI EN LAS PUPILAS FLOTAN SUS RETRANCAS

Confieso, sin ambages, que me gustan las digresiones; todo tipo de ellas, siempre que sean útiles y/o dulces. Y, gratis et amore, les agrego, a cuantos lean esto hoy o mañana, qué poco fieles son nuestros recuerdos, al menos, los que atañen a este menda.

Jerome David Salinger, en el capítulo 24 de su novela “El guardián entre el centeno” (1951) pone en boca de su protagonista y narrador, Holden Caulfield, estas palabras: “Creo que lo que pasa es que cuando lo paso mejor es precisamente cuando alguien empieza a divagar”. Ignoro si la figura literaria de la políptoton se debe a su traductora, Carmen Criado, o a su hacedor, si la mentada (que no lamentable) ya aparecía en el texto original, escrito en inglés. Hubiera jurado ante un tribunal de justicia, sin ánimo de embelecar, que servidor decía verdad y solo la verdad, cuando declaraba que eso ocurría al comienzo de la novela, no casi al final de la misma (la obra consta de 26 capítulos).

Bueno; y este arranque a qué diantres viene, se preguntará, seguramente, con razón, el atento y desocupado lector (bien sea o se sienta ella, bien sea o se sienta él) de estos renglones torcidos. Pues, básicamente, a que en mi mente se han juntado o agrupado, vaya usted a saber el porqué, formando peña o piña, haciendo un estupendo jumelage (voz francesa que cabe traducir por hermanamiento, y no miento), el opúsculo “Sobre los clásicos”, de Jorge Luis Borges, mi verdadera pasión por los excursos y el artículo sabatino “Modelos”, de mi dilecto y predilecto Fernando Savater, uno de los cinco mejores columnistas (aunque tenga otros quehaceres) del país, que apareció publicado en la última página o contraportada del prestigioso diario EL PAÍS del pasado sábado 17 de diciembre de 2022.

A partir de la etimología de la voz “clásico”, que procede de classis –is, que, en latín, significa “flota” (de barcos) y, jugando con ella, ideé, hace muchos años, esta definición provisional de dicho vocablo: clásico es el libro (película, ópera, estatua, edificio, disco, cuadro, etc.) que todos los días libra a alguien de una o varias varillas de ese amplio abanico que es la pesadumbre, ya que, una vez arrojado al ancho mar de las pupilas (o de las yemas de los dedos, para quienes leen braille), siempre flota (aquí verbo, no sustantivo).

Tengo para mí que Fernando Savater es un clásico vivo del columnismo español. Y, como no hay mejor maestro que fray Ejemplo, probaré cuanto acabo de aseverar poniendo uno, pluriclarificador (pues vale por seis, media docena). En este caso concreto, me basaré en las digresiones de la pieza citada arriba, “Modelos”, que es un dechado de cómo escribir un artículo periodístico, como mandaba (y sigue ordenando que se haga) Horacio, con utilidad y/o deleite (utile dulci). Recomiendo, encarecidamente, por supuesto, que se lea, de manera íntegra y con pausa, y aun relea, para pillarle toda la enjundia que acarrea o contiene y solazarse, o sea, a fin de que se pueda apreciar la desbordante inteligencia que acostumbra a derrochar Savater cuando redacta sus digresiones, llenas de ironía:

1.- “(…) el capitalismo (a veces se añade ‘salvaje’, incurriendo en pleonasmo)”.

2.- “Sin quitarles mérito a las buenas intenciones de los partidos (si sus intenciones son buenas no hace falta añadir que son de izquierdas)”.

3.- “Hace medio siglo la utopía realizada era la Unión Soviética (sí, sí, no se rían)”.

4.- “(…) algunos enterados preferían la Yugoslavia de Tito, otros Rumania (Ceaucescu recibía visitas devotas, seamos piadosos y no recordemos sus nombres)”.

5.- Y el quinto excurso, ciertamente, es bueno, cumpliéndose a rajatabla el contenido del dicho castellano que eso afirma la lítote (litote, lítotes o litotes; dando a entender que es una verdad apodíctica que en casa de la variedad está o reside el gusto), que no hay quinto malo: “CFK, esa gobernante ejemplar, traicionada por los jueces (ya Sánchez está haciendo lo posible por que eso no pase aquí)”.

6.- La última ironía del texto no va, como el quinteto precedente, entre los signos de apertura y de cierre de un paréntesis: “la guapa Eva Kaili ensalzaba a Qatar, pero recibía bolsas de razones para ello”.

Son las seis ironías, seis, geniales. ¿Algún zote osará objetar alguna? ¿Se llevará el audaz un varapalo? Si tiempo al tiempo damos, lo veremos.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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