El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Este menda, Otramotro, es responsable…?

¿ESTE MENDA, OTRAMOTRO, ES RESPONSABLE

DE CUANTO LLEVA A CABO MIENTRAS SUEÑA?

HOY ESTÁ CONVENCIDO DE QUE NO

Anoche, antes de acostarme, me tomé el pulso y este era normal; sin embargo, unas horas después, a eso de las cuatro y media de la madrugada, me he despertado con el corazón al galope, a toda rienda, y he pensado que estaba padeciendo el cuarto episodio de fibrilación auricular (FA) rápida que, de manera consciente, he sufrido a lo largo de mi vida. Me he levantado de la cama, he ido al baño a evacuar la vejiga y luego a la cocina a beberme un vaso de agua, porque tenía la boca seca (¿la culpa de todo ello la había tenido mi nariz taponada y haber optado mi inconsciente por la opción lógica, respirar por la boca?). Transcurridos apenas tres o cuatro minutos, no más, cuando he vuelto a recuperar mi posición de tumbado sobre el dorso, dentro del sobre, a pesar de que no acabé la carrera de medicina, tras volver a tomarme el pulso, hubiera jurado que mi corazón ya había recuperado el ritmo sinusal.

¿Qué había provocado que el órgano que se halla dentro de mi cavidad torácica e impulsa la sangre para que esta llegue, una vez oxigenada, a cualesquiera células del resto de mi cuerpo se hubiera desbocado? Lo ignoro, pero no qué estaba soñando momentos antes de despertarme, esto. Algún miembro de la peña “La Teba” (acrónimo que significa Tudelanos En Buena Armonía; no sabría decir, a ciencia cierta, quién, pero puede que fuera Alfredo Sarnago, amigo íntimo de mi difunto hermano José Javier, o el actual ecónomo de la misma), me había hecho el encargo de que entregara la cantidad dineraria exigida, preceptiva y pertinente, para poder participar un equipo de la misma en un torneo. Desconozco cuáles (equipo y torneo), de veras. La guita (depositó en la palma de mi mano derecha cuatro monedas más grandes y gordas que las de dos euros, pues eran de 25 euros; sí, sí, ya sé que las susodichas no existen ni son de curso legal, pero son con las que yo he soñado) se las he entregado a quien estaba atendiendo detrás de una barra de bar (eso es lo que me ha parecido a mí) más que de un mostrador de despacho o tienda. Me ha comentado que con una moneda de 25 euros bastaba o era suficiente. Así que me ha devuelto las restantes, tres. Pero, como, en ese mismo momento, me he percatado de que, en la otra parte de la barra, que tenía una forma de u, vista de frente, se hallaba otro miembro de la citada peña, asimismo amigo íntimo de “Javi”, que tal vez fuera su tocayo, Javier Lasheras, le he dicho que se las entregara a él, para que este se las reintegrara, a su vez, a quien las puso en mi diestra para dicho fin.

Recientemente, durante dos días seguidos, he soñado con la hija de una amiga especial (llamemos P. a la amiga y A. a su retoño, pero no ahora, que ella tendrá treinta y tantos, sino cuando A. tenía quince primaveras, más de cuatro lustros después, que son los años que no he visto a la susodicha A.). Jamás de los jamases la vi desnuda. Nunca la besé (salvo los dos ósculos castos de costumbre). ¿Por qué, si antes nunca soñé con ella, lo he hecho hace pocas fechas? No lo sé. Prefiero ocultar qué hemos culminado ambos en los dos sueños, para no escandalizar al atento y desocupado lector (ya sea o se sienta ella, ya sea o se sienta él) de estos renglones torcidos. Si aún fuera el ser religioso que otrora fui, un cristiano a machamartillo, me pregunto, ¿debería confesarme esos hechos? Ahora bien, ¿solo los míos o también los de ella? Tengo claro, cristalino, que no he soñado despierto, ya que ahí sí que hay o cabe hallar alguna voluntad por parte del soñador, sino dormido, y sobre mi inconsciente (para mí, el dato es obvio e irrefutable) no tengo ningún control.

He aquí mi conclusión de lo ocurrido: Cuanto hace y dice quien está dormido al tal no es achacable, ya que es otro, desinhibido acaso, el responsable. Uno, en sentido estricto, solo lo es de aquello que corona su consciente. El inconsciente actúa por su cuenta.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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