LA VIDA ES UN ROSARIO, SÍ, DE SUEÑOS;
ACIAGOS UNOS, OTROS HALAGÜEÑOS
Mientras entro en calor, junto a la lumbre,
Pues fuera los carámbanos imperan
Y con el frío invierno deliberan,
Se apodera de mí la incertidumbre.
Un alud pesimista es la costumbre
Que aquí se estila o está de moda: esperan
Jornadas fatalistas, que exasperan
Y hasta amenazan con hollar la cumbre.
Harto de tanto apocalipsis negro,
Miro a mi alrededor y quedo absorto,
Pues todo lo que veo lo soporto,
Y, como mucho es bueno, pues me alegro.
Cuanto hace que funcione nuestro mundo
Es la excelsa empatía, Segismundo.
La vida es un rosario, sí, de sueños;
Unos aciagos, otros halagüeños.
Ángel Sáez García