La prensa de papel es como muchas otras cosas en la vida. La afirmación que un días es válida, al día siguiente ya no sirve. Este 19 de octubre de 2012 ocurre justo lo contrario, en lo que se refiere a los artículos de opinión, que en la jornada anterior. Si entonces las columnas más destacables, por su interés o por la repugnancia que a uno le generan, se publicaron en los rotativos catalanes, en esta ocasión ocurre lo contrario. En Madrid la cosa está algo más interesante que en la Ciudad Condal.
Comenzamos nuestro repaso en La Gaceta. Nos lo pone fácil el director en funciones, Javier Esparza, que publica en la portada un breve artículo con el provocador título de ‘La izquierda más bestia de Europa’. Como sospechábamos antes de leerlo, no se refiere a la de San Marino.
Critica a la organización socialista de padres de alumnos, la CEAPA, por secundar la huelga convocada por el Sindicato de Estudiantes, «cuyo solo horizonte es la agitación social y la desestabilización política». En su opinión, la CEAPA queda «manchada» por el asalto a un colegio religioso producido en Mérida.
Concluye Esparza:
Zapatero sometió a la izquierda española a un hondo proceso de descerebramiento que hoy se traduce no sólo en esos jóvenes violentos de bandera roja, sino también en esos papás (y mamás) que aplauden la barbarie de los nenes. Porque cada uno, sí, demuestra lo que es en los amigos que tiene.
Ya en páginas interiores encontramos un texto de Joaquín Leguina en el que el ex presidente socialista de Madrid sale en defensa del ministro Wert. Se titula ‘Polémica y humo’, repasa la intervención en la que el titular de Educación dijo aquello de «españolizar a los alumnos catalanes». Acto seguido comenta su opinión sobre las críticas que recibió, incluyendo una referencia explícita a El País:
A la vista de lo que dijo realmente Wert (y no de lo que los manipuladores dicen que dijo), no veo yo que quepa ninguna polémica entre quienes defienden la Constitución. Tampoco deja sitio para la equidistancia, tan querida por los biempensantes, por ejemplo los editorialistas de El País (colocarse ‘au-dessus’ de la ‘mêlée’ para esconder las verdaderas intenciones es cómodo y sencillo, pero ya resulta pesado y mentiroso).
Finaliza:
Una aclaración: lo de «españolizar» lo dijo antes la señora Rigau, no lo inventó Wert. Pero vamos al fondo del asunto: lo que aquí se trata es de saber si las autoridades catalanas han de cumplir las leyes o se las pueden saltar a la torera. Esa es la cuestión, y lo demás es humo.
En El Mundo, Federico Jiménez Losantos se despacha a gusto con la política económica del Gobierno de Rajoy con un artículo titulado El banco malo. Y comienza duro:
Cada vez que hablan del banco malo me pongo malo. La crisis financiera está cumpliendo el sueño de los totalitarios de toda condición, comunistas, fascistas y socialcristianos radicales: la nacionalización de la banca.
Recuerda todos los escándalos que se sucedieron en torno a la nacionalización de Rumasa, para añadir: «Pero de esa experiencia y otras similares nos negamos a aprender».
Tras apuntar que «este Banco Malo huele a rumasada que apesta», se muestra radicalmente contrario a las ayudas a la banca:
Si un banco está quebrado, que quiebre; y si tiene activos inmobiliarios sobrevalorados, que los venda a su precio real, o sea, a lo que den por ellos, o que los done a Cáritas. ¿Dónde se ha visto que un banco, cuya función es prestar dinero hoy a cambio de más dinero mañana, se quede con lo que no vale pero lo pague como si valiera, malbaratando lo que nos quita el Fisco?
Pone punto y final con fuerza:
Para colmo, este engendro demoníaco, negación de la propiedad privada y de la responsabilidad en general, íncubo digno del luctuoso y ruinoso Che Guevara, se llamara Sareb, que es besar medio al revés. Deberían ponerle El Beso de Judas o Monte de Impiedad. Esa que los demagogos reservan par’ pueblo.
Hay varios artículos, en diversos periódicos, sobre la muerte de Sylvia Kriste. No pensaba este humilde lector de columnas dedicarles ni una palabra, pues son todo elogios y añoranza de la actriz que se convirtió en mito erótico con su papel cinematográfico de Emmanuel.
Pero uno de los textos opinativos nos ha llamado la atención. Se titula La mujer que no fue Lady Chatterley y su autor es el siempre heterodoxo Fernando Sánchez Dragó. Tras mostrar su enfado con los responsables de El Mundo por pedirle la ‘pieza’ a última hora (está en Tokio y la petición le llegó a las 10 de la noche), pide perdón por ser «un poco borde». Y lo es:
Seré borde, digo, porque la película me pareció infame, aburrida, discursiva, intelectualoide, asexuada, cursi, ridícula, mucho menos erótica que la Blancanieves de Walt Disney y, en definitiva, una horterada colosal para reprimidos, seminaristas, paletos y sorches. ¡Menudo cóctel de orientalismo barato, marqués de Sade descafeinado, hipismo de mayo francés, fantasías de ursulinas, myrurgia número cinco, mobiliario de mimbre colonial, adulterio de Club Méditerranée y unas gotitas de Anaïs Nin!
Ya sé que a muchos españolitos se les empinó. Agradézcanselo a Franco. No hay mal que por bien no venga. Yo no sentí ni el asomo de un cosquilleo.
Decíamos antes que la prensa de Barcelona está aburrida en materia de opinión, y es cierto. Pero hay un artículo en La Vanguardia que genera una cierta extrañeza. En Union Jack, Quim Monzó , se dedica a reflexionar sobre qué habría que hacer con la bandera británica si Escocia se independizara:
Sería una incongruencia que, sin Escocia como parte del Reino Unido, su bandera siguiese formando parte de la actual Union Jack, que consiste en la superposición de las banderas inglesa (cruz de san Jorge), escocesa (cruz de san Andrés) y la cruz de san Patricio en representación del trocito de Irlanda que aún les queda.
Repasa la historia de la ‘Union Jack’, y como se van incorporando distintos símbolos a dicha enseña y hasta las propuestas que habría para sustituir al azul escocés, como la incorporación del verde de Gales.
Concluye:
Pero la mayoría de diarios sugieren, simplemente, hacer desaparecer el azul de Escocia y que la bandera británica sea blanca con la cruz de san Jorge y la de san Patricio superpuestas. Desde hace años, cuando en un Mundial de fútbol el equipo inglés no va fino, el diario francés Libération utiliza el titular «Désunion Jack». Pues exactamente eso sería, si alguna vez sucediese.
¿Realmente merece la enseña británica y lo que pasaría con ella un artículo en la prensa de Barcelona? Tal vez Monzó esté pensando en otra, la española, que comparte colores con la de Cataluña. ¿Y qué pasaría si se le eliminan el rojo y el amarillo? Pues que nos queda una bandera blanca, la que simboliza la rendición.
La cuestión es que las cuatro barras son el símbolo de toda la antigua Corona de Aragón, no sólo de Cataluña. Y sus colores son también los que están en el Pendón de Castilla –aviso para víctimas de la LOGSE, no se trata de una chica ligera de cascos que viva en Burgos o Segovia–, con su castillo amarillo sobre fondo rojo.
También resulta curioso y llamativo en artículo de Maria José Navarro en La Razón titulado El Maniquí, referido al conductor que usaba uno de estos muñecos para hacer creer que conducía acompañado y así poder circular por el carril Bus-VAO.
La columnista divide a los conductores en dos clases, los «cívicos» que viajan al menos con un acompañante y así evitan la contaminación que provocaría un coche extra, y los «incívicos solitarios» que ignoran «las directrices medioambientales».
Pero esa muy ‘progresista’ distinción no es la clave del artículo. Habla del pícaro que «con corbata y todo» trató de engañar a las autoridades:
La copiloto-maniquí, eso sí, va monísima: gafas de pantalla, foulard de gasa y escote prominente. Me arriesgo, pensó el pícaro, pero al menos que piensen que voy con un pibón. Los agentes de la autoridad han dado al fin con el malhechor y con su acompañante de mentira y le han puesto una multa de doscientos euros que seguro que le trae cuenta económica al infractor. La pregunta, ahora, está en boca de todos: ¿habrían osado los agentes dar el alto al infractor si en vez de una morena con foulard se agencia un maniquí de Angela Merkel?
Al final, parece, lo importante era meterse con la canciller alemana, auténtica bestia negra de toda la izquierda y buena parte de la derecha españolas.