Va a volver locos a los madrileños… si es que ya no lo están.
Pedro Sánchez, durante su vuelo de regreso de Argelia en la tarde noche del 8 de octubre de 2020, fue incapaz de digerir el revolcón propinado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en cuanto a que quedaba derogada la limitación de movimientos en la capital de España y en nueve municipios de la Comunidad madrileña de más de 100.000 habitantes.
Por eso, nada más tomar tierra en Madrid optó por convocar para este 9 de octubre de 2020 un Consejo de Ministros extraordinario para las 8:30 de la mañana y con un único punto sobre la mesa, decretar un estado de alarma exprofeso para la región presidida por Isabel Díaz Ayuso.
Es decir, que aquellos madrileños que pudieran haberse hecho ilusiones con salir de puente hasta el lunes 12 de octubre de 2020 van a tener que ir olvidándose de esas mini vacaciones, salvo que hubiesen puesto tierra de por medio desde las 0:00 horas de este 9 de octubre de 2020.
Pero, más allá de ese aspecto lúdico, lo que verdaderamente preocupa es la pugna política, la fijación del Gobierno socialcomunista sobre Madrid, máxime cuando el confinamiento que había impuesto el Ministerio de Sanidad ha sido anulado por una instancia judicial.
En los editoriales de la prensa de papel las reacciones contra el presidente Sánchez son unánimes. Así por ejemplo el diario El Mundo no duda en calificar la decisión del jefe del Ejecutivo nacional como de cacicada:
Sánchez no ha comprendido que esto no es una guerra por sometimiento y ha cedido a la tentación de tomar represalias mediante un abusivo estado de alarma ad hoc, que contradice todo propósito de unidad y lealtad: más parece una reacción de orgullo herido. Los ciudadanos pagarán las consecuencias de una cacicada mayor.
El periódico ABC entiende que, aunque lo que hay que priorizar es la salud de los ciudadanos, lo que no es tolerable es la imposición que Sánchez ha pretendido aplicar en Madrid y que los tribunales ya le han dado cumplida respuesta:
Sánchez es culpable del marasmo legislativo que está confundiendo a autonomías como la madrileña. Es responsable del caos interpretativo al que su autoritarismo está sometiendo a los Tribunales, y es el causante de la incertidumbre que indigna a los ciudadanos. Más allá de los evidentes errores de unos y otros en la gestión de la pandemia, a La Moncloa le han podido las ansias en su pulso con la Comunidad de Madrid y sus enredos para maquinar una moción de censura contra Ayuso. Su truco para imponer una alarma virtual, e ilegal, ha quedado al descubierto. Las restricciones en Madrid son necesarias y la protección del ciudadano debe ser innegociable. Por eso, cuanto antes se sienten a negociar sin aspavientos ni sobreactuaciones, sin acusaciones mutuas ni deslealtad política, antes sabrá el ciudadano a qué atenerse. De momento, sigue a ciegas.
La Razón habla de soberbia presidencial y de que el presidente del Gobierno pretende secuestrar directamente a los madrileños:
Que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, insistiera ayer hasta la saciedad en su preocupación por la situación epidémica de Madrid, soslayando la realidad dinámica de la emergencia sanitaria, ya aportaba un elemento de juicio perturbador. Que sin intentar el menor diálogo o concertación con la Comunidad de Madrid se prepare, al parecer, un decreto de estado de alarma, dice mucho de la soberbia de un presidente de gobierno, capaz de tomar como rehenes a los ciudadanos de una comunidad autónoma con tal de cubrir la ineficiencia de su Gabinete. Estamos ante un hecho insólito, que demuestra que para Pedro Sánchez es lícito discriminar a los españoles según el sentido de su voto.
