Lo abracadabrante no es que Pedro Sánchez, alias ‘Doctor fake’, quiera irse de rositas, sino la legión de periodistas sectarios, interesados o serviles que están intentando que lo consiga.
Hay muchos miles de españoles que, por higiene mental, han dejado de ver los informativos y las tertulias de televisión, pero encerrados en casa todo el día, a bastantes se les hace el tiempo muy largo y terminan cayendo en la tentación y se dan de bruces con la ‘Brunete Pedrete’.
Esos ‘profesionales’ y la lista va desde millonarios como Antonio García Ferreras en LaSexta a sindicalistas como el ‘lechero’ Fortes en RTVE, pasando por ex diputados socialistas reconvertidos en reporteros a pringados de todo tipo, no mentirían como lo hacen ni manipularían de forma tan descarada, si no creyeran que el inepto Sánchez puede librarse de la quema y sobrevivir políticamente a su criminal negligencia.
Durante tres semanas, la oposición ha parecido ‘apollardada’ e incapaz de poner al peor, más incapaz e irresponsable Gobierno que nunca ha tenido España, frente a sus tropelías.
Este lunes, 30 de marzo de 2020, ya con 7.340 muertos por coronavirus y la certeza de que el líder del PSOE y sus compinches podemitas llevan a la ruina a 10 millones de españoles, Pablo Casado anunció que si el trilero de La Moncloa no rectifica sus dos decretos ‘soviéticos’ no los convalidará en el Congreso.
El presidente del PP argumentará que ha preferido cargarse de razones, antes de poner pie en pared, porque lo importante es la unidad en la lucha contra la plaga, pero hace bastantes días que Casado y todos los españoles tienen motivos de peso para indignarse con el Ejecutivo socialcomunista.
El primero y mas evidente, es su letal incompetencia. Tres Consejos de Ministros en una semana forman el retrato de una banda de amateurs desconcertados que van improvisando decisiones sobre la marcha.
Y aún a la medianoche del lunes, rozando la madrugada, tuvo que introducir en el decreto de la ‘hibernación’ una moratoria de 24 horas porque se les había olvidado, que las empresas necesitan ciertos trámites antes de bajar de un día para otro la persiana.
Simplemente no lo sabían; porque entre las veintitrés personas que forman el Gabinete de coalición, no hay ninguna que haya pagado una nómina, pedido una póliza de crédito en la banca, tratado con proveedores o experimentado la incertidumbre y el miedo de abrir la puerta de un negocio.
No saben gobernar, ni les importa, porque Sánchez, Iglesias, Calvo y casi todo el resto de la cuadrilla no aspiraban al poder para gobernar, sino para disfrutar de él y lo están haciendo, indiferentes a los muertos, los infectados, los parados y los arruinados.
El líder del PSOE y sus compinches, entre los que están todos los barones socialistas y adláteres cuya preocupación real es seguir cobrando, conducen a España hacia una crisis sanitaria y económica de magnitud colosal.
Hemos llegado tarde y mal a cada uno de los cortafuegos que habrían podido frenar la expansión del coronavirus, porque ni saben, ni se enteran.
Gobernar, liderar un país en momentos tan trágicos, no consiste en aparecer en televisión a todas horas componiendo una efigie compungida y buscando réditos propagandísticos.
Exige equipar de material sanitario a esos policías y guardias civiles a los que no quisieron equiparar salarialmente con los agentes autonómicos o municipales.
Exige saber como funcionan las empresas y lo que sufren los tres millones de autónomos para llegar a fin de mes.
Exige, sobre todo, que mucho más importante que tu permanencia en el sillón ministerial o en La Moncloa es la vida y la salud de los españoles, aunque la ‘Brunete Pedrete’ no te lo diga, porque está esperando la subvención oficial.
La conducta de Casado, como la de la oposición en general, ha sido comprometida con los españoles y absolutamente leal a este impresentable Gobierno, pero mantener esa línea sería colaborar al desastre.
Sería casi delictivo justificar, ni siquiera por generosidad, la caótica gestión del Ejecutivo, su irritante improvisación y su lesiva imprudencia contra los intereses generales.
Son ellos, los dueños del chalet de Galapagar, ese Grande-Marlaska que felicita a los presos y abandona a la Guardia Civil o la Policía Nacional, esa vicepresidenta Calvo que corre a la Sanidad privada en cuanto le sube la fiebre y el resto de incompetentes, quienes han roto la unidad estigmatizando a autonomías del PP, criminalizando a las empresas y comprando, con ayuda de amiguetes, ‘test rápidos’ más chungos que un euro de madera.
Hay que exigir responsabilidades ya, pedir cuentas por los fallecidos, levantar la voz por todos esos ancianos, que se han pasado medio siglo cotizado a la Seguridad Social y a la hora de la verdad se han visto postergados en la UCI hospitalaria.
Una cosa es mantener durante semanas lealtad institucional a un Gobierno desbordado, y otra, que la oposición tenga que guardar silencio ante cada error o negligencia, como ha dejado patente Pablo Casado.
Y si la ‘Brunete Pedrete’ te critica, que les den, porque como dice un Whastapp que corre por las redes como la pólvora, los que deciden las elecciones no son los que hacen los periódicos y los informativos, sino los millones de españoles que se limpian el culo con ellos.