OPINIÓN

«¿Cuándo tendremos que ir a la guerra contra Marruecos?»

"¿Cuándo tendremos que ir a la guerra contra Marruecos?"

La masiva entrada de marroquíes en Ceuta, entre ellos numerosos miembros de los servicios secretos, organizada por el régimen alauita, trasladada después a Melilla y próximamente a Canarias, después de la renovada alianza económica, militar y estratégica de Estados Unidos con Marruecos y el sorpresivo reconocimiento oficial de su soberanía sobre el Sahara Occidental, a cambio de reanudar las relaciones diplomáticas con Israel, interrumpidas desde el año 2000, han sido el prolegómeno de Mohamed VI para que el primer secretario de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), Driss Lachgar, perteneciente a la mayoría gubernamental de Marruecos, haya propuesto a Pedro Sánchez Pérez-Castejón, con descaro y chulería, que España se “deshaga de su pasado colonialista y abra un diálogo con Marruecos sobre el futuro de las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla”. Con dos cataplines. Antes, Perejil; antes, la Marcha Verde; mucho antes, todo lo que está en los libros de historia, y ahora tácticas de guerra híbrida contra España, según los expertos Manuel Torres Soriano, Guillem Colom Piella y Carlos Echeverría Jesús, después de incrementar un 30% su gasto militar.

Previa a la propuesta de Lachgar, el huido, golpista y ladrón Carles Puigdemont i Casamajó había escrito un twitter en el que decía: “Espero que la UE no se deje llevar por la inflamación nacionalista española. Ceuta y Melilla son dos ciudades africanas que forman parte de la UE solo por herencia de un pasado colonial que permitió a los europeos tener posesiones fuera de Europa. Marruecos tiene derecho a plantear la cuestión de la soberanía y sería necesario crear una mesa de diálogo para resolver el conflicto.

Sería necesario un diálogo entre España y Marruecos para abordar la agenda de desacuerdos”. Puigdemont sabe, como todo independentista, que la segregación de Ceuta y Melilla del territorio patrio es antesala del abordaje a Canarias y de la secesión de Cataluña, Baleares, Valencia, País Vasco, Navarra y Galicia. Nada mejor, pues, que seguir los deseos del fugado y permitir las ansias expansionistas de Marruecos para mantener la integridad de España.

Sin perderse en las profundidades de las crisis internacionales, cualquier observador es consciente del resurgir del peor nacionalismo, de la preocupante merma de la democracia liberal y del auge del autoritarismo en el mundo. El resultado es que el orden internacional, basado en reglas, se encuentra cada vez más cuestionado por regímenes dispuestos a salirse con la suya por la fuerza, sin que Naciones Unidas (37 mil empleados), “un bombero sin agua en la manguera”, según definición de su Secretario General, el portugués António de Oliveira Guterres, pueda hacer algo. En declaraciones a Michael Streck, publicadas en el Semanal, “el problema es que la mayoría de nuestras instituciones multilaterales no tienen “dientes”. Incluso allí donde el sistema multilateral tiene “dientes”, como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no hay ganas de usarlos.

Así que nos encontramos ante un Consejo de Seguridad que está como paralizado en las cuestiones más importantes, tanto en la prevención de conflictos como en su resolución”… “Las relaciones disfuncionales entre las grandes potencias hacen que a una organización como la ONU le sea prácticamente imposible afrontar de una forma razonable esos focos de crisis que usted acaba de citar (Birmania, Siria, Yemen, Palestina). Eso es una realidad”.

De Caracas a Pekín, de Moscú a Riad, de Rabat a Minsk, demasiados gobiernos dictatoriales o autoritarios vienen demostrando que la violación de los compromisos internacionales, de los tratados y convenciones multilaterales, de las resoluciones del Consejo de Seguridad, del derecho internacional y de las reglas y normas acordadas bajo los auspicios de organizaciones internacionales, no tienen consecuencia directa para ellos, aunque las tengan para sus poblaciones en forma de sanciones económicas que les importan un pito porque ellos siguen en el machito, robando y pisoteando. Y además de lo sucedido en Ceuta, lo ocurrido con el vuelo FR4978 de Ryanair ilustra hasta qué punto conviene tomarse más en serio la defensa del orden internacional basado en reglas y olvidarse de palabrería. Resulta que un gobierno dictatorial puede secuestrar en vuelo un avión civil con pasajeros europeos, hacerlo aterrizar en su suelo, registrar el pasaje y el equipaje para completar la farsa de la falsa bomba y detener al pasajero al que persigue (Román Protasévich) por hacer periodismo crítico del régimen dictatorial y golpista que encabeza Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia. Y todo sin consecuencias prácticas para el sátrapa, con el apoyo y beneplácito público del presidente ruso Vladimir Putin y el silencio, entre otros, de China.

Que el orden internacional va a saltar por los aires es algo que lo expertos dan por hecho, a no ser que queramos vivir bajo la bota china y rusa, con sus numerosos imitadores y apoyos en cuatro continentes.

JORGE DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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