Eduardo Inda / Director de OKdiario

Eduardo Inda: «Con Sánchez las libertades sufren en España un ataque sin precedentes»

No es Eduardo Inda un periodista que se muerda la lengua.

Dice las cosas como le salen, sin prisa y sin pausa.

Sostiene el director de OKDiario que, o nos ponemos firmes los españoles, y entre unos y otros paramos los pies a Pedro Sánchez, o un día nos encontraremos con que no queda rastro de esa democracia que asombró al mundo entero y que alguna vez fue faro de numerosas naciones sometidas al yugo de la dictadura.

Según Inda, nos va la vida en ello:

Para que un sistema se pueda catalogar como “democrático” tienen que coincidir cuatro condiciones sine qua non: elecciones limpias, partidos libres y prensa y justicia independientes. No vale que se den dos o tres de las cuatro: han de ser las cuatro sin trampas, cortapisas o tapujos. La limitación de cualquiera de estas premisas es síntoma inequívoco de que ya no se puede hablar de democracia con todas las de la ley, y nunca mejor dicho.

Lo que acontece en España con Pedro Sánchez no es, obviamente, una dictadura ni nada que se le parezca, entre otras razones porque todavía pervive eso que los anglosajones denominan “checks and balances [controles y equilibrios]”.

Ese sistema de controles y equilibrios inherente a cualquier democracia moderna. Hay jueces independientes, todavía la inmensa mayoría, y medios libres, en estos momentos ya una minoría. Y también, no nos engañemos, porque la Unión Europea jamás permitiría que la cuarta economía de la zona euro se convierta en una satrapía bananera.

Pero con el presidente menos votado y querido de la España constitucional, un presidente que ya no puede salir a la calle sin que le pongan a caer de un burro, las libertades están experimentando un ataque sin precedentes en los 45 años transcurridos desde que las recuperamos.

Los medios y los periodistas que no comulgamos con ruedas de molino soportamos unas presiones sicilianas de aquí no te menees y el intento permanente de aniquilarnos civilmente y asfixiarnos económicamente.

Ni Zapatero, que fue tan pésimo gestor como excepcionalmente respetuoso con los medios, ni Aznar y Rajoy se atrevieron a clausurar medios o a perseguirlos a cara de perro. Bueno, los tan tontos como masocas presidentes populares se dedican cada vez que gobiernan a favorecer prevaricadoramente a los medios enemigos que luego acaban ajusticiándolos en la plaza pública.

Veremos si Pablo Casado mantiene esa inveterada tradición o la rompe en mil pedazos.

Las mangancias totalitarias del ‘sanchismo’ quedaron meridianamente claras para desgracia de nuestro Estado de Derecho esta semana cuando conocimos que la sacrificada Carmen Calvo, a la que el presidente ha arrojado a la papelera como si fuera un vulgar kleenex, telefoneó compulsivamente a magistrados del Constitucional para que votasen a toque de corneta en el recurso interpuesto por Vox al estado de alarma. La propia Encarnación Roca lo ha admitido públicamente.

Este Gobierno debió de pensar que, como fue nombrada a propuesta del PSOE, era una simple mandada y no la personalidad de prestigio que en realidad es la jurista barcelonesa. Otros lo reconocen en privado. Esta chusma que nos gobierna se ha debido pensar que esto es la España de Franco o una República bananera.

Lo de la ley de Seguridad Nacional es la gota que colma el vaso del absolutismo de un presidente que gobierna más férreamente que el Felipe González de los 202 diputados, el Aznar de los 185 o el Rajoy de los 186. Se ha buscado la excusa de las situaciones de emergencia para autootorgarse poderes semidictatoriales en determinadas circunstancias.

Le bastará determinar que hay una pandemia o una situación crítica para sortear legalmente al Parlamento, para expropiar bienes y propiedades privadas, para forzar a los medios a escribir o decir lo que él dicte y para contratar sin control alguno. Vamos, que lo de restringir derechos y libertades queda al albur de su sacrosanta voluntad. El paraíso en versión Pedro Sánchez.

Los amantes de la España del 78 tuvimos una buena noticia esta semana: el varapalo del Tribunal Constitucional a ese estado de alarma del que Sánchez ha abusado para gobernar a su antojo como si la oposición no existiera.

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