A uno, que ha viajado más que las maletas de la Piquer y tiene las pelotas negras del humo de mil combates, le hubiera gustado que en España tuviéramos un político con el carisma de Kennedy, el patriotismo de De Gaulle, la tenacidad de Churchill y la sensatez de Adenauer, pero tenemos lo que tenemos y con estos bueyes hay que arar.
No se vuelvan locos, no se dejen llevar por la histeria o la desesperanza y tengan claro que a los próximos comicios vamos con Feijóo y con Abascal.
Eso es lo que hay, que en última instancia es cien veces mejor que lo que luce como mascarón de proa la sectaria y atolondrada izquierda española.
No me digan que no tiene coña la última cabriola del chaquetero Sánchez.
El tipo, el que no pactaría nunca con los etarras de Bildu y se ha abrazado a ellos, el que no se metería en la cama con el chavista Iglesias y lo hizo vicepresidente, y el que entendía que un Gobierno sin presupuestos es como un coche sin gasolina y lleva tres años sin aprobar las cuentas, se ha convertido de la noche a la mañana en el adulador número uno de Donald Trump.
Olvidando la cantidad de veces que le han felicitado los de Hamas, se ha apuntado a toda prisa al Plan de Paz que pone sobre la mesa el presidente de EEUU y donde el destino de los terroristas es más que sombrío.
No discute ni uno de los 22 puntos, ni siquiera la idea de imponer al británico Tony Blair, ex colega de Aznar en la foto de las Azores de 2003, como ‘gobernador’ de la Franja de Gaza, que, si todo sale como diseña la Casa Blanca, se convertirá en una especie de protectorado, al igual que los que impuso la Sociedad de Naciones a principios del siglo pasado y en los que le tocó a España el norte de Marruecos.
No sé si han reparado que, tras sacar pecho y ponerse muy farruco mandando el patrullero Furor a escoltar a la flotilla de Greta, Ada Colau y colegas, el marido de Begoña le ha dado orden de que ni se le ocurra acompañar a la patulea progre a aguas de Gaza, no vaya a ser que los israelíes se enfaden y no den lo que está escrito.
Hasta eso, lo del barco de guerra, era mentira.
Dicho esto, más ridículo que lo de Sánchez va a ser lo de Yolanda Díaz y Sumar.
¿Qué se juegan a que también se la envainan?