El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (XC)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (XC)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Con la décima hodierna, que aún lleva el título con el que la urdí, “No es hiel, sino miel, hermano”, pretendo dar las gracias a quien las tiene a raudales, mi prima Pili (y a su esposo, Ermelo). Como he estado tantas veces ingresado en el Hospital “Virgen del Camino”, de Pamplona, mi madre se ha quedado varias veces en casa de Pili a dormir y demás. Hay quienes derrochan empatía y simpatía a porrillo y quienes, aun pudiendo (más que otros), no echan una mano a nadie. Hay quienes se comportan humanamente un día sí y otro también y quienes no hacen una buena obra ni por asomo.

El color de la piel no debería ser nunca una barrera para la relación o el trato humano.

Eso es lo que dice, grosso modo, la espinela, pero eso tú ya lo habías deducido antes por tu propia cuenta y riesgo, pero, deseando, tal vez, jugar un rato conmigo, querías que yo lo confirmase o ratificara.

El blog lo gestiono yo, pero es de todas/os (de las/os que solo leen y de las/os que leen y escriben).

No; no lo es. Pero sí es una verdad como un templo o catedral que la piel semeja a diario un muro. Hay personas que tienen prejuicios al respecto. Si se olvidaran de tal barrera, serían más generosas, más humanas. Y es que los prejuicios con frecuencia acarrean un montón de perjuicios.

Te entiendo completa y perfectamente (siempre que no adviertas en los dos adverbios que uso un ápice de presunción o vanidad), Jesús.

Otras veces te he escrito (porque a ti, precisamente, te contestaba) que sueles reflexionar estupenda y honestamente, que acostumbras a poner los bretes o colocar las objeciones como nadie. Hoy, por ejemplo, en tu comentario hodierno, has advertido con oportunidad el trampantojo o la añagaza de Stekel. La pregunta que me haces puede servir o hacer las veces de norma de comportamiento o regla de conducta. Ahora bien, hasta la misma tiene excepciones. Puedes estar seguro de que hay personas sensatas en extremo que prefieren morir a vivir separadas. Ya sabes cómo arranca “El mito de Sísifo”, de Camus: “No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio”. Lee, si puedes, la noticia que habla de que “una pareja de ancianos se suicidó en el mismo hotel donde se conoció”.

Pareces argüir lo mismo que un profesor que tuve, que sostenía que, con frecuencia, el modesto tiene más de una razón para serlo. En “Humano, demasiado humano”, empero, Friedrich Nietzsche sostiene que: “La mediocridad es la más feliz de las máscaras que puede usar un espíritu superior, porque el gran número, es decir, los mediocres, no sospechan que en ello haya engaño; y, sin embargo, por esto es por lo que se sirve de esta arma el espíritu superior: para no irritar, y, en casos no raros, por compasión y bondad”; o “el mejor escritor es aquel que se avergüenza de serlo”.

Aprovecha los rayos solares en la grata compañía de tu doña, otro sol (otra Sol).

Te saluda, aprecia y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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