El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Ayer soñé que viajaba en el AVE?

¿AYER SOÑÉ QUE VIAJABA EN EL AVE?

Ayer soñé que viajaba en el AVE desde la estación de Delicias, en Zaragoza, hasta la estación de Atocha, en Madrid. Mi intención, cuando llegara a la capital, era coger un taxi que me acercara a la T2 del aeropuerto Adolfo Suárez/Barajas y, tras esperar un par de horas, tomar el vuelo, que había contratado tres meses antes, al aeropuerto de Leonardo da Vinci/Fuimicino, en Roma. La verdad es que, desde el mes de septiembre del año 1981 (han pasado 36 estíos de aquel viaje en coche, en el 127 de color gris plateado que le regalaron a Carlos Jesús sus padres por haber salido airoso de un brete, el examen de Selectividad), en el que estuve tres días y medio en la Ciudad Eterna con dos de mis excolegas camilos, el citado Carlos Jesús Rojo Manzano, hoy escritor prolífico, insigne conferenciante, doctor, experto en mil asuntos ético-sanitarios, viajero empedernido,… y Álvaro Santallana Risueño, memorable, tristemente finado, y me creí a pies juntillas, intuí o sospeché cuánta verdad apodíctica destilaba o exudaba la leyenda que allí se cuenta de que quien lanza una moneda con la mano derecha, estando colocado de espaldas a la Fontana di Trevi, y lo hace por encima del hombro izquierdo, regresará a Roma, itero, desde aquel lejano septiembre del 1981, no había vuelto al anagrama de amor.

El compañero que me había tocado en suerte (él ocupaba el asiento del pasillo, yo iba a hacer lo propio con el de ventana) venía de Barcelona y se bajaba en Calatayud. Cuando he subido al tren, él estaba usando su ordenador portátil. Si hubiera habido algún asiento libre, acaso hubiera valorado colocar mis posaderas en otro lado, pero, por la razón que fuera, el vagón iba en esta ocasión hasta los topes y, después de darnos de modo educado los buenos días, ambos hemos tenido que hacer dibujos (así llamaba mi piadoso y difunto padre, Eusebio, a un número indeterminado de posturas o gestos) para que yo consiguiera acomodar mis nalgas en la plaza asignada, según indicaba mi billete.

Una vez sentados, él ha seguido pulsando teclas y yo me he puesto a leer las últimas cincuenta páginas de “Perdón”, de Ida Hegazi Hoyer, que, por motivos de trabajo, sobre todo, habían ido quedando un día sí y otro también pendientes y aún debía pasar mi atenta vista por ellas, tarea que, por cierto, había previsto coronar a lo largo de la susodicha jornada viajera.

No habían pasado más de diez minutos cuando le ha empezado a sonar el móvil. Yo esperaba que se iría a la plataforma a hablar con quien fuera que le hubiera llamado, pero no ha hecho tal cosa. Por lo que he colegido del diálogo que ha mantenido con su hermano, a quien llamaba “Tito”, quien se sentaba a mi lado era empresario y, temeroso que lo que pudiera ocurrir en Cataluña con las pretensiones delirantes de Puigdemont, el Govern y el resto de los parlamentarios independentistas (abocados, tras celebrarse la votación del suspendido referéndum gruyer, ilegal, a proclamar la DUI, acrónimo de Declaración Unilateral de Independencia) había decidido trasladar, en un primer momento, la sede social de su empresa a Calatayud.

El emprendedor ha hecho mención de la corrupción del tres por ciento, que los medios (la opinión pública y la publicada) y los políticos (hembras y varones) discrepantes, disidentes, habían achacado y afeado y algunos jueces (ellas y/o ellos) habían imputado a representantes de la extinta CiU; de los casos específicos que se habían incoado en contra de varios miembros de la familia Pujol; del principado de Andorra (donde, a partir de enero del próximo año, tras el acuerdo al que llegaron y firmaron la UE y Andorra en septiembre de 2016, el Principado se comprometió a poner fin al secreto bancario); del miedo de un hipotético grupo de ciudadanos no residentes, un supuesto puñado de defraudadores españoles, que aún pudieran tener allí cuentas abiertas, porque estas dejarían de ser opacas al control del ministro Montoro; del frenético trasvase de cuentas andorranas a otros paraísos fiscales registrado en el último trimestre de 2016, reconocido por la propia banca del Principado; de los rumores insistentes (y cuando el río suena, agua lleva, dice el refrán español) de que hasta la Generalitat podría tener en una o varias cuentas en bancos suizos una cantidad mareante de dinero, más de 30.000 millones de euros.

Aún no habíamos llegado a la estación de Calatayud cuando he empezado a fantasear con que, como si fuera o interpretara al personaje de ficción creado por Carl Barks para la Compañía Walt Disney, el Tío Gilito de los tebeos o cómics y las animaciones, estaba bañándome plácidamente en medio de un inmenso mar de billetes y monedas y, de repente, qué pena, maldita sea mi estampa, me he despertado.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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