El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Considerando todo lo aprendido

CONSIDERANDO TODO LO APRENDIDO

 

   Dilecto José Ignacio:

 

   De nada. O, si lo prefieres, gracias a ti por propiciarla. Sin tus líneas no hubieran existido las mías. Ídem. Todos erramos, servidor también (como algún día —más de uno, seguramente— advertirás). Lo que conviene o viene a cuento es aceptar, de buena gana y mejor grado, con humildad, que todos, sin excepción, lo hacemos.

 

   A ver si me enseñas algo de italiano (pero, por favor, procede china chano, como dicen algunos aragoneses, paulatinamente, poco a poco).

 

   Si no tienes inconveniente, te puedo remitir todo lo que voy a publicar al día siguiente (o, si se inicia el fin de semana, como no dispongo de ordenador ni de Internet, los días siguientes, sábado, domingo y lunes), pero te aviso con antelación de que puedo llenarte la bandeja de entrada con mis envíos. Ya me dirás (y te ruego, con especial encarecimiento, que no me contestes con una salida de pata o pie de banco, que uno sesenta o setenta y tantos centímetros, que esa salida por peteneras me la sé, por haberla ideado servidor in illo tempore).

 

   Algunas obras del Premio Nobel de Literatura Albert Camus hay que releerlas en absoluto silencio y con suma atención para darse cuenta luego quien lo ha hecho de que ha coronado dicho menester, considerando todo lo aprendido de ellas, con estupendo y supremo gusto.

 

   Por cierto, para quien no cree en las casualidades (no digo que seas tú uno de ellos; que conste en acta la advertencia), ¿sabes con quién me encontré ayer, a las siete y pico de la mañana, en la estación intermodal (la ferroviaria y la de autobuses están al lado) en Tudela? Con tu excolega Jesús Fernández Miranda, que iba a Barcelona, a mirarse la vista. Hizo con su móvil sendas copias de los dos folios de que consta el texto que te escribí y leíste.

 

   Te redacto estos renglones torcidos desde uno de los ordenadores de la biblioteca municipal del Puerto de la Cruz (Tenerife), que porta el nombre y primer apellido de uno de sus más reputados hijos, el fabulista Tomás de Iriarte.

 

   La letra versal (mayúscula) se llama así porque iniciaba otrora el verso (este menda recuperó dicho hábito; y sigue con él, dado que el hombre es un animal de costumbres), cada uno de los versos de una composición poética.

 

   Otro abrazo. Te mando más para que los repartas entre quienes estimes oportuno, según adviertas necesidades o urgencias.

 

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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