El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¡Qué granuja fue el zote de la villa!

¡QUÉ GRANUJA FUE EL ZOTE DE LA VILLA!

ANDE O NO ANDE, PREFIERO EL CORCEL GRANDE

—¿Sabes, “Otramotro”, a quién entierran hoy? —me ha preguntado, Emilio González, “Metomentodo”, tras darme los buenos días de rigor, cuando nos hemos encontrado en la calle Mayor.

—No. ¿A quién? —le he contestado, y luego preguntado, a mi vez.

—A “Pati”, hipocorístico de “Patinazo”, el hijo de Dorotea o Teodora, cuyo nombre (de los dos propuestos, nunca he sabido, a ciencia cierta, cuál era el verdadero), en griego clásico, significa “regalo de Dios” y esa y no otra era, precisamente, la respuesta que solía dar ella cuando alguien le preguntaba por su hijo Enrique, a quien todo el mundo, excepto su progenitora, que lo llamaba “Quique”, lo conocía en Algaso por “Pati”, por sus continuos patinazos, con el significado de equivocaciones o errores, desde que don Javier Corrales, en Segundo Curso de Educación General Básica, lo rebautizó con dicho mote, de esa guisa, al comentar “¡qué patinazo!”, a determinada respuesta, un yerro, que “Pati” dio un día en clase.

—Pues, aun lamentando sobremanera el hecho, no puedo negar que también me alegro, porque el artículo de mañana o de pasado ya lo tengo medio escrito, ya que, hace años, quedé con él en que, si cuando él muriera yo seguía vivo y coleando, tenía su anuencia, aquiescencia y permiso para contar la verdad de su caso, desvelar su secreto. No sé si lo contaré tal y como él me lo contó, pero lo intentaré.

—¿Y qué fue lo que te reveló?, si puede saberse.

—Mira que eres impaciente, “Metomentodo”, mañana o pasado lo sabrás.

—Pero, por favor, “Otramotro”, me has puesto el caramelo en los labios, ¿y ahora me pides que me lo guarde en el bolsillo y no me lo meta en la boca hasta mañana o pasado? ¡Un ápice o pizca de piedad humana, amigo mío!

—Quiero que me prometas que no se lo vas a contar a nadie (hasta que haya sido publicado en mi bitácora de Periodista Digital, como hice otrora yo con “Pati”).

—Te puedo prometer y prometo que lo haré así, como me acabas de pedir. Tráeme una biblia para poner mi mano sobre ella y, así, termines de convencerte del todo.

—¿Te suena el dicho castellano/español de que las apariencias engañan?

—Me suena. Y dicha verdad apodíctica seguirá estando vigente en el planeta Tierra, mientras el mundo siga siendo inmundo y dos seres humanos estén en él, pues, o mucho me equivoco, o ambos, sí, los dos, aparentarán.

—Abundamos o coincidimos en el parecer, pues, entre dos personas, siempre cabrá hallar a quien aparenta que sabe más que otro o que otros, y a otro que aparenta saber menos que uno o que unos. Quien aparenta saber más, si supiera lo que sabe el que aparenta saber menos, acaso reconociera lo obvio e incontrovertible, que el que aparenta saber menos lo tiene engañado desde ni se sabe cuánto tiempo.

—Sigue.

—¿Cuántas veces has visto cómo se reía, a mandíbula batiente o carcajada tendida, el grupo de listos que le ponía a “Pati” en la tesitura de que eligiese entre un euro y medio euro?

—Infinidad de ellas.

—¿Qué solía decir “Pati”, tras escoger la moneda más grande?

—Ande o no ande, prefiero el corcel grande.

—Pues ese corcel grande fue su apariencia mayor, su mentira proverbial. ¿Cuánto tiempo le hubiera durado la añagaza si hubiera elegido un día el euro? Seguramente, explotó su patraña hasta la víspera de su muerte.

—¡Menudo guripa! Ciertamente, como aduces, se le hubiera acabado ese día el chollo.

—Un día de fiestas, me confesó, con la susodicha treta, se sacó catorce euros, o sea, le hicieron 28 veces la misma broma. Ahora bien, lo que ignoraban cuantos se mofaron de él es cuánto se mofó (al acabar; quien ríe el último ríe mejor) él de ellos.

—¡Qué granuja fue el zote de la villa!

 

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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