El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Siempre ejerce de hermano el fiel amigo

SIEMPRE EJERCE DE HERMANO EL FIEL AMIGO

LO DEMUESTRA EROGANDO SU LARGUEZA

Hoy (le ruego al atento y desocupado lector, ora sea o se sienta ella, ora sea o se sienta él, ora sea o se sienta no binario, de estos renglones torcidos que no me pregunte el porqué o quid; deberá conformarse con mi confesión de que hay motivo o razón) me ha brotado dar gracias a Dios por los deudos o familiares que me concedió (con sus virtudes y sus defectos; no de otra forma me hizo a mí, con las y los tales), pero, apenas un segundo más tarde, me ha nacido, a modo de cascada, cual rabión, culminar otra acción de gracias al azar o a la naturaleza por los amigos del alma que, en un cincuenta por ciento, me otorgaron el uno o la otra; y a quienes, en idéntico o similar porcentaje, elegí yo.

La vida sin amigos auténticos es un asco. Esa lección la aprendí recién estrenada mi mayoría de edad o, su mera fusión, mayoridad, tras estudiar el COU y superar la prueba de acceso a la Universidad, la actual Ebau, que, a la sazón, se conocía con el nombre de Selectividad, ya que decidí (desde entonces, no se me escapa que toda acción o decisión que adoptemos o tomemos tendrá consecuencias, acaso inesperadas) descartar o que no continuaría lo que, en principio, había previsto, la opción de seguir estudios eclesiásticos. No quise arriesgarme a que el noviciado (debido a las muchas dudas que acarreaba) me supusiera dilapidar un año de mi vida. A la postre, lo malgasté, al decantarme por estudiar la carrera de Medicina (habiendo optado en el BUP y en el COU por cursar Letras) por romanticismo (me gustaba alegar entonces, e incluso hoy, cuando hago referencia a ese año de mi vida, en concreto, aduzco el mismo busilis de esa esencia).

Solo la constatación fehaciente de tener un amigo verdadero (hay quien no lo tiene real y se inventa uno imaginario, ficticio, como hizo, por ejemplo, otrora quien, de crío, se inclinó por tal cosa, al ser hijo solo) o amigos (si son varios) te ayuda a que la vida, tu existencia, no te dé grima, sensación próxima o parecida a la dentera que tal vez te producía antaño escribir con una tiza en el encerado (si los alumnos, el grupo humano que te había tocado en suerte ese año era insoportable, esta se incrementaba, claro).

Según dijo (dudo que él dejara nada escrito en papiro) Demetrio de Falero, el primer director de la biblioteca de Alejandría (conviene leer detenidamente, de cabo a rabo, para no perderse ningún áureo bocado intelectual de los muchos que contiene “El infinito en un junco”, el inolvidable ensayo de Irene Vallejo, o releerlo, como actualmente está haciendo este menda, disfrutando tanto o aún más que la primera vez), autora que, haciendo honor a su gracia de pila, te deja una impresión semejante a la ataraxia, similar o pareja a la paz, un hermano puede que no sea amigo tuyo, pero un amigo, que merezca esas cinco letras imperecederas, siempre será un hermano. En otra de sus frases inmarchitables el susodicho Demetrio sostiene que el amigo verdadero, como Dios manda, es el que, en la prosperidad, acude a tu casa al ser llamado, y, en la adversidad, sin serlo. Eso es lealtad de la buena, fetén, no fingida, de la que, por cierto, es un experto o perita el/la hipócrita.

Mi propia experiencia (ya conoce usted, atento y desocupado lector, qué dice Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro en el arranque del parágrafo 35 del décimo tercer discurso, titulado “Lo que sobra y falta en la física”, del tomo VII de su “Teatro Crítico Universal”: “Así yo, ciudadano libre de la República Literaria, ni esclavo de Aristóteles, ni aliado de sus enemigos, escucharé siempre con preferencia a toda autoridad privada lo que me dictaren la experiencia y la razón”) me ha procurado o suministrado otra verdad apodíctica, que complementa o completa la de Demetrio, que un hermano puede que sea generoso, pero un amigo siempre lo es; seguramente, de forma distinta a la que usan sus otros amigos con él, pero demostrando ese desprendimiento o largueza de la única manera que hay de hacerlo en este universo o mundo, siendo dadivoso, liberal.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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