Solo los damnificados por la trágica Dana que azotó la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre saben realmente lo que fue y sigue siendo el bestial impacto en sus vidas.
Los miles de voluntarios que acudimos a echar una mano, por extensión, también lo podemos vivir.
Los demás saben muy poco, incluyendo a tipos como el Presidente del Gobierno que lo único que hizo fue un paseíllo para la historia del bochorno español.
Son muchas las localidades duramente golpeados de los que nos hemos aprendido los nombres elevados a lo más importante de la actualidad del país: Paiporta, Chiva, Catarroja, Massanassa, Aldaya…
El pueblo español está volcado con el pueblo valenciano como ni soñarían en su vida estar cualquiera de estos políticos de medio pelo.
Los del bistec de ternera y el vino de carta en cada día de su vida en los mejore restaurantes de la ciudad.
Pedro Sánchez y su Ejecutivo, justo después del paseíllo de la vergüenza por Paiporta del domingo 3 de noviembre de 2024 sacaron adelante su estrategia: el hostigamiento del pueblo, harto, abandonado, exhausto y enrabietado, para ellos fueron unos cuantos ultras fascistas. Y ese es su discurso, su relato, y de ahí no van a salir, no van a comprender que el pueblo está reventado y que buena parte es contra ellos.
Pero la verdad salió adelante: ninguno de los detenidos por los altercados en el día de autos pertenece a grupos de extrema derecha ni tiene antecedentes penales.
Tremendo fiasco.
Por si fuera poco, en reportajes como este se puede apreciar lo que dije la propia gente afectada:
«No son fachas, somos la gente de aquí».
A lo mejor le iría mejor a los políticos si escucharan más eso, a la gente.