De acuerdo con el artículo 526 del Código Penal será una profanación, dado que ni la familia del finado, ni el prior que custodia el lugar sagrado autorizan la manipulación de la tumba

Sánchez es el Carroñero mayor del Reino de España

Sánchez es el Carroñero mayor del Reino de España

Todos los calificativos, alias, motes y sambenitos que le hemos ido poniendo entre todos se quedan cortos para definir la naturaleza de este  impresentable que aspira a ser reelegido presidente de España, una España que odia, como la odian los seguidores de los que a lo largo del tiempo se han ocupado de la creación de bulos e infundios compilados en forma de dosier de la leyenda negra. Aparte de la retahíla clásica de prepotente, frívolo, mentiroso, traidor, falsario, felón, y más, creo que en estos días lo que mejor identifica a Sánchez es el calificativo de Carroñero, pero con mayúscula. Le gusta la carroña, los muertos de las cunetas, desenterrar cadáveres y asaltar lugares sagrados para proveerse del botín y rentabilizarlo. Carroñero no por una inclinación natural con consecuencias ecológicas como lo hacen los buitres, los mapaches o las moscas verdes, sino porque además de su psicopatía debe padecer una parafilia que debió haberse tratado hace tiempo. Y aquí lo tenemos, utilizando el poder para arrasar, para vulnerar todos los códigos morales y de justicia, desafiando a todo y a todos, comprando y presionando a jueces, tribunales, y al mismo Vaticano. ¡Qué decepción con el papa Francisco! No pertenezco a la línea de opinión que lo sitúa en el lado oscuro, servidor de Soros y demás representantes del NOM. Incluso estoy de acuerdo con muchos puntos de su ecumenismo. Es cierto que la Iglesia está atravesando una gran crisis de fe y de valores en general desde hace años, y ha hecho aguas, pero también lo es que guarda la perla del mensaje de Cristo, que es lo realmente importante. Por desgracia, muchos de sus representantes purpurados no son dignos de tal honor. Por eso pasa lo que pasa y nos lleva al sonrojo. Fue un espectáculo penoso ver a la Guardia Civil, tan ponderada y apoyada siempre por los católicos y gente de bien, forcejeando con los pobres fieles impidiéndoles asistir a la misa del Valle de los Caídos, como tienen por costumbre, mientras estos gritaban: “traidores” y “libertad de culto”. Los agentes defendían un capricho del gobierno en funciones, solo para degustar el plato frío de la revancha y plantar un jalón en su miserable vida. Por obediencia debida, estos pobres agentes de la Benemérita servían a los laicistas, enemigos del bien y de la Iglesia; a los violadores de monjas y asesinos de religiosos, previa mofa con sus hábitos y ornamentos litúrgicos, incluidos cálices con formas consagradas. Hoy, los huéspedes de la hospedería no pudieron acceder a la basílica para asistir a la misa del domingo. Un tuit de la hospedería dice: “Si nuestros huéspedes no pueden acceder a la basílica para asistir a su misa de domingo ‘la misa sale afuera’. Y así lo hicieron. Me estremezco al escribir esto y los ojos se me llenan de lágrimas. No porque yo sea una beata santurrona y gazmoña, sino porque esto es el preludio de los tiempos que se avecinan, que no auguran nada bueno.

Es muy grave lo que estamos leyendo y oyendo sobre el sometimiento del Supremo al gobierno en funciones del impostor “Cum fraude”. Si es así, y los hechos demuestran que lo es, no nos queda ninguna institución en la que confiar, y no sé qué va a ser de nosotros. Habrá que ir trampeando como se pueda y dejando la confianza en la justicia al mero azar, como una especie de ruleta rusa. En esto se está convirtiendo la vieja España, en una dinámica de total relativismo moral de fin de ciclo. La Junta electoral central, mejor que se disuelva también, porque no deja de ser otro tentáculo al servicio del gobierno. ¡Cuánta decepción en poco tiempo!

Tras la muerte de Franco, la Transición puso el broche final, pero los españoles ya llevábamos muchos años reconciliados cuando murió el Caudillo. La Transición solo es un nombre para un periodo de cambio, pero ya vivíamos en libertad y bastante felices, por cierto. Si se respetaba la ley no había nada que temer. La guerra y la posguerra habían quedado atrás, y con ellas el sufrimiento, las calamidades y las viejas rencillas. Si quedaba algún resquemor, permanecía en lo profundo completamente amortiguado. Casi todas las familias tenían algún muerto en el frente, fusilado, “paseado” o exiliado, de un bando y de otro. Casi todos eran, en algún sentido, víctimas de la guerra y nadie quería volver al pasado ni imaginar otra contienda entre hermanos. Eran supervivientes. La Iglesia tuvo mucho que ver en el cierre de heridas y el perdón general, de manera pública y privada. Y bien que mal, todo marchaba hasta que llegó Zapatero con la mentira de su abuelo y avivó el rescoldo de la revancha. Había que reescribir la historia y sacarle los colores a los vencedores que, curiosamente, eran los propios padres y abuelos de los nuevos socialistas. Este es el origen del odio renovado, reverdecido más ferozmente por Pedro Sánchez.

¿PUEDE EL TRIBUNAL SUPREMO VULNERAR EL CÓDIGO PENAL?

Siempre creí que el Supremo no tenía jurisdicción o competencias sobre el interior de las iglesias, recintos sagrados o lugares de culto llamados “casa de Dios”, máxime con los tratados internacionales en vigencia. Me llama la atención que el Supremo vulnere nuestro Código Penal, cuyo artículo 526 dice:
“El que faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a diez meses”. De acuerdo con el redactado, se está cometiendo una profanación, dado que ni la familia del finado, ni el prior que custodia el lugar sagrado autorizan la manipulación de la tumba. El prior ha dicho que no se opondrá, lo cual no quiere decir que lo autorice. Es decir, se hará por asalto. Lo autorizan los jueces, pero la acción es la misma que podría cometer una pandilla de vándalos. ¿No es esto prevaricación? Díganme, si no.

Tezanos y los demás demóscopos dicen no tener buenas noticias para  Sánchez. Parece que la ocurrencia de sacar a Errejón a la palestra no fue buena y el señor del Falcon “cum fraude” anda nervioso repartiendo dinero a sus barones, a ver si calma el descontento y frena la abstención, eso sí, pasándose por encima a la Abogacía del Estado. Sus deseos y necesidades se hacen ley al instante. Sin embargo, yo no tomaría en serio ninguna de estas noticias. Es solo material de tertulia, huesos para que los periodistas roan y estén entretenidos mientras el lobo se come las ovejas, o sea, mientras se idea cómo se siguen los pasos para dinamitar a España sin que lo parezca. La sentencia sobre el procés es otro indicio del buenismo contra quienes cometen los delitos más graves. Es notorio el mimo con que se trata a la escoria de la sociedad, por miedo a Estrasburgo, o por lo que sea.

Ahora, el felón Sánchez pide pactos de Estado con el PP vintage de Casado, y Cs se ofrece al PSOE después de haberle tratado de banda. Los tres son, si no iguales, bastante parecidos. Por eso VOX dice, con razón, “o ellos o nosotros”. Es cierto, no se parecen en nada de lo que realmente es importante. Si VOX no es la lista más votada –que muy bien podría serlo, si no hay trampa—, que vayan llevando a la Moncloa tres colchones nuevos.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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