Y por fin se convirtió en producto, que era lo más que se podía llegar a ser. Hoy la gente no quiere ser nada. Ni ingeniero, ni panadero, ni abogado, ni maestro, ni trabajador de la construcción, ni médico, ni fontanero, ni electricista, ni empresario, ni comerciante, ni autónomo. Porque están acabando con todos. "Yo no soy nutricionista ni escritora, pero soy influencer", dice una chica muy