El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CXXV)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CXXV)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Como lo principal o precipuo debe ir en vanguardia, al comienzo o delante, ahí van mis gracias por tus muestras de cariño y duelo, ante el fallecimiento de mi tío José, cuyo funeral celebraremos, Deo volente, mañana en el zaragozano cementerio de Torrero.

Respecto de la décima que comentas, habrá que partir de la idea de que se trata de una ficción (o un sueño, o una metamorfosis, o,…, como en los susodichos sitios fue archivada). Otramotro, como sabes, servidor, está casado con la literatura, a quien llama de ene o mil maneras; en la espinela que nos atañe, por hacerle un guiño o seña a la esposa de un amigo dilecto, usó la gracia de Sol.

Otramotro, que, al parecer, por arte de birlibirloque, se transformó en el filamento de la bombilla de la lámpara del techo de la habitación donde cabe hallar en su casa la cama conyugal, fue escogido espectador o testigo presencial de lo que aconteció cierta noche en su tálamo. Sol, su esposa, que no se había creído la patraña que le había contado su marido, de que se había quedado a dormir en la oficina para aprovechar el tiempo y hacer el inexcusable inventario de todos los meses, por la cara o faz que puso (y el filamento, único testigo del hecho, vio todo lo ocurrido en el lecho desde el techo), tras darle varias vueltas al asunto, ya había ideado la manera de desquitarse y con quién.

Yo no veo la ambigüedad que aduces por ningún lado. Pero tú y yo no somos la misma persona, aunque haya quien así lo crea y me lo haya hecho saber. Ha estado mirando al techo ella. La razón (para él, pero sinrazón, para ella) la adujo él, Otramotro. La engañada (así se ha sentido ella, al menos), ha proyectado, a su vez, otro engaño. La faz es de ella, por su puesto, que es la única que ha estado tumbada, mas no ha dormido (porque no ha pegado ojo) en el lecho conyugal.

Por lo arriba indicado, no voy (no tengo el cuerpo —o el ánimo, si lo prefieres— más adecuado o apropiado) a ir a ver esta noche a Moncho Borrajo al teatro Gaztambide. Otra vez será.

Pues, tanto a la una como al otro, a la alejada cumpleañera hodierna como al cercano cumpleañero mando, con cariño, de corazón, lo esperable y esperado, mis ¡muchas felicidades!

Las estatuas humanas, con el paso del tiempo, se han ido especializando. Cada vez son más admirables y/o sorprendentes. Algunas/os, quienes las cuadran, lo toman como forma de vida durante ene/unos meses al año.

Todo parece indicar que no tocará barrote. Recuerdo que estaba trabajando en la cafetería “Imperia” (durante las fiestas patronales de Arnedo), cuando me enteré, hace ya tres décadas del hecho funesto, de la cogida mortal de su marido, “Paquirri”.

No creo que la votación tenga lugar (sería un absurdo completo), pero acaso ocurra como con la guerra de Troya (me refiero al título de la obra de teatro de Jean Giraudoux).

Itera las gracias por las muestras de cariño y duelo quien te saluda, aprecia, agradece los comentarios y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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