El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

La paja había devenido viga

LA PAJA HABÍA DEVENIDO VIGA

(MI CULPA ADMITO Y DIGO AMÉN A TODO)

Esta pasada noche he soñado que le había hecho una entrevista a Dios. Desconozco si Él había juzgado oportuno presentarse en medio de mi mundo onírico con la intención de contradecir y dejar en feo a uno de mis autores predilectos, Friedrich Nietzsche, pero eso es lo que he barruntado, que había querido refutar a quien vino a decir que la única diferencia entre Dios y él era que él existía (recuerdo que durante mi primer curso de Filología en la Universidad de Zaragoza leí en una mesa de madera de la Facultad de Filosofía y Letras dos frases que alguien había escrito allí con la ayuda de un bolígrafo negro: “Dios ha muerto; hemos matado a Dios; Dios ha muerto”, que llevaba la firma de Nietzsche; y debajo “Nietzsche ha muerto”, que portaba la de Dios).

Luego se ha abierto paso, entre mis intuiciones, esta otra. La razón de haber soñado con Dios acaso descansaba o estribara en que hace pocos días decidí empatizar, es decir, calzarme los mocasines y/o ponerme en la piel de uno de mis heterónimos, Emilio González, “Metomentodo”, y firmar un texto como a él le hubiera gustado rubricar, Dios (aunque, al final, me decanté por que viera la luz la opción opuesta, o sea, que fuera publicada la versión contraria).

El citado escrito, antes de darlo por bueno, por concluido, lo rocié con varias lágrimas de humor (y es que uno puede llorar de risa, sobre todo, cuando esta acaece a carcajada tendida o mandíbula batiente); y me cercioré de que fuera respetuoso al máximo con el Ser Supremo.

De la extensa interviú que le he hecho (esa era, al menos, la refractaria impresión que me había quedado al despertarme), solo recuerdo con fidelidad el último de sus reproches:

—Tú te comportaste conmigo, Ángel, como el resto de tus semejantes (los que te precedieron) hicieron antes que tú y siguieron haciendo otros (los que te siguieron) después. Mutatis mutandis, diste validez a ese axioma que le revelé en otro sueño a Nicolás Maquiavelo (“Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio”), que reservó para que apareciera en el Capítulo XVII de su obra cumbre, “El príncipe” (1513). Axioma que es primo hermano de ese refrán que dice así “por el interés te quiero, Andrés” (por el beneficio que obtengo o saco de tu persona). Y es que, como sentenció Quevedo en su satírica letrilla, “Poderoso caballero es don Dinero”. Ya sé que prefieres o te gusta más esa variante que es el adagio “Don sin din, campana sin badajo” (el título de nada sirve sin dinero; y el ejemplo del tercer amo de Lázaro de Tormes, el hidalgo, aquí es proverbial). No pretendo sacarte los colores, pero, cuando tu hermano José Javier murió, tú te rebelaste y revolviste contra mí no porque él hubiera fallecido, no, sino porque, por las consecuencias que extrajiste de ese hecho luctuoso, pensaste que yo te había hurtado el mayor apoyo crematístico que tenías entonces, pues él era tu mecenas (el único que has tenido), tu fuente de financiación. Bastaba con le dijeras a tu hermano mayor qué libros habías previsto leer para que él te diera los dineros para que pudieras adquirirlos.

Como la verdad es la verdad, la diga el rey o su paje; y con la sola ayuda del espejo del baño he constatado que la paja (que sospechaba que iba a hallar en mi ojo) había devenido viga vigorosa, tras reconocer que lo aducido por Dios no lo podía objetar y, como lógico corolario, que se imponía lo obvio, he admitido sin ambages mi culpa y he dicho a todo lo divino amén.

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído