El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Todo autor debe ser hacedor libre

TODO AUTOR DEBE SER HACEDOR LIBRE

Dilecta Pilar:

Para que me entiendas, no soy partidario de las tesis que adujo en cierta ocasión y determinado foro (creo que se trataba de un Congreso sobre Lengua Castellana o Española) el genial “Gabo”, en lo tocante a las reglas de ortografía, verbigracia. Y es que sigue siendo una verdad como un templo algo que recuerdo que dijo y dejó escrito en letras de molde Aristóteles, pero con otras palabras, que en el cerebro del más sabio hay un rincón para la insensatez. Todo autor debe ser hacedor libre, diré más, libérrimo, como lo fue, fungió y fingió de tal, el mentado Premio Nobel, Gabriel García Márquez, por ejemplo, pero no me sonaron mal ni fuera de lugar las objeciones que puso un literato como la copa de un pino, Miguel Delibes, en boca de Nieves, hija de Paco, “el Bajo”, uno de los personajes literarios inolvidables de su novela “Los santos inocentes”, obra que luego inmortalizó, al llevarla a la pantalla grande y pequeña, del cine o de la televisión, otro genio, Mario Camus.

Por si no ha quedado claro lo anterior, te brindaré otro argumento o razón. Me muestro más libre con las reglas de la décima (espinela), puesto que contravengo (soy consciente de ello) muchas veces la norma de que no puede haber punto (salvo el final del poema) tras el verso quinto de la misma, que con las del soneto, que las sigo a rajatabla. Y es que considero que el soneto es la composición poliestrófica por antonomasia o excelencia en nuestro idioma, desde que me aprendí de memoria, en segundo curso del Bachillerato Unificado Polivalente, uno, de temática religiosa, anónimo, “A Cristo crucificado”, que inicia el endecasílabo melódico (si se le pone reparos a que sea, sensu stricto, enfático), “No me mueve, mi Dios, para quererte”.

El próximo jueves comienza la campaña electoral, sí. Pues me temo que debo contestarte con otro adverbio afirmativo a tu pregunta, porque tengo clara y cristalina mi decisión: volveré a votar en blanco. Ya he escrito el artículo de opinión o crónica que publicaré dicho día, el once de los corrientes, y que porta el rótulo diáfano de “Servidor volverá a votar en blanco” y el subtítulo de “Acompaña el dar caña a la campaña” (aunque lo haya escrito en la precampaña). Luego te lo mando, para tu solaz.

Me agrada, peta y/o satisface que el que te he mandado por otro canal te haya parecido así, perfecto.

Celebro que hagas el esfuerzo de comprenderme; y de nada; te itero (e insisto en) la misma tesis de la que he echado mano otras veces: cuanto hago contigo (leerte y escribirte) lo culmino con gusto, sin sentirme obligado nunca a ello.

Guipa, mira o ve la parte positiva del tema. Es mejor tener trabajo que no tenerlo (aunque el mucho trabajo tenga el inconveniente de que pueda resultar también contraproducente). Si puedes sobrellevar esas situaciones de estrés que mencionas o la ansiedad con la que estas cursan es llevadera, no te preocupes. Una pequeña cantidad de estrés, siempre que la controlemos y no nos supere, claro, nos viene estupendamente, pues nos ayuda a estar alerta, atentos. A las dos fechas que te y me refieres, la del 16 y la del 23, tienes que sacarles el máximo provecho o jugo positivo, que lo tienen y mucho. Tienes que estar orgullosa de ambas, presentación y firma de libros, la caraba y la repanocha, respectivamente. Serán o supondrán trabajo, seguro, pero será gratificante, sumamente satisfactorio. Recuerda el duodécimo endecasílabo, sáfico, del celebérrimo soneto de Quevedo: “Serán ceniza, mas tendrá sentido”.

Grosso modo, distingo entre no votar y votar en blanco. No votar (abstenerse) es lo que hace el pasota, pasar del asunto. Quien opta por esta solución asume que no podrá quejarse de cómo lo hagan durante la legislatura quienes el resto de los ciudadanos con derecho a sufragio eligieron. Votar en blanco es guardar un recuerdo respetuoso a quienes dieron incluso su vida por que el voto dejara de ser censitario y lograron que fuera lo que hoy es, universal; y, asimismo, ser coherente o consecuente con el hecho de que, como ninguno de los programas de los partidos políticos que se presentan a las elecciones me llenan o, en su defecto, algunas actitudes de algunos dirigentes de los susodichos no satisfacen plenamente mis inquietudes e intereses, mostrar con mi responsable opción o resolución dicha disconformidad, malestar o queja. Si hubiera listas abiertas en el Congreso, yo votaría, como así haré, por ejemplo, con la papeleta del Senado.

Otro (de tu amigo Otramotro).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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