REY Y HASTA EMPERADOR JUZGO AL SILENCIO
CAPAZ DE UN ARAÑAZO Y DE UNA HAZAÑA
Cuando el emperador entra en escena,
Cuanto debo callar, se escapa y digo;
Y cuanto bendecir debo maldigo,
Pues mudo la expresión santa en obscena.
Cuando el silencio deja la al(h)acena
Y de rondón se cuela, cual bodigo,
En la cocina, siento pronto abrigo
Y un chute de heroína en cierta vena.
Es la que se abre paso asta de toro
Y el elixir que alivia la cornada;
Es el todo con notas de la nada
Que cantan querubines en el coro;
Trastienda es y a la vez escaparate,
Axioma de cordura y disparate.
Ángel Sáez García