El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Yo soy el dictador hermafrodita

YO SOY EL DICTADOR HERMAFRODITA

QUE QUIERE ELIMINAR AL EXITOSO

Daniel Ortega/Ortiga llaman unas veces; en Rosario/Misario Murillo mudo en otras. A veces, el varón es el que dicta; la fémina es, a veces, la que manda. En Nicaragua nada se cocina/corona, si de ello no conoce el matrimonio (claman íncubo y súcubo al demonio), un tándem de tiranos, dúo autócrata. Tanto aguanta en el trono el soberano como espera sentada la tirana.

Hoy he soñado, durante los escasos veinte minutos que ha durado mi breve rato de siesta, que el abajo firmante de los renglones torcidos que contiene este texto era un héroe de cómic, y que cogía por los pies (en sentido estricto, por los tobillos) a quien solía zurrarme la badana, cantarme las cuarenta, o sea, decirme las cuatro verdades del barquero; y, echando el resto, sacando provecho a todos mis poderes, he empezado a darle vueltas, y, en dos o en tres ocasiones, he golpeado su cabeza contra el borde afilado de un esquina; así que he constatado que mi fuerza bruta ha contribuido a quebrarle los huesos de su testa por varios sitios y le ha salido por diversas de las grietas resultantes, amén de masa encefálica, líquido cefalorraquídeo. Cuando he comprobado, de manera fehaciente, que la visión de ese mejunje de sangre y sesos me daba bascas, arcadas, he cesado en mi propósito de seguir ejecutando dicho bárbaro proceder con el cuerpo (sin vida) de Rolando Álvarez, el obispo nicaragüense de Matagalpa, pues, entre los de su índole o calidad y condición, cabe hallar de todo, ya que unos llevan las ínfulas de su mitra episcopal con más dignidad, integridad y tesón que otros.

Puede que ni Daniel ni Rosario se decanten por la postura extrema soñada por servidor, mientras andaba este menda dormido en los mullidos brazos de Hipnos, pero que le aguarda, una de estas dos opciones, o la cárcel o el exilio, al prelado, eso está cantado y contado con antelación. A Ortiga y a Misario no les gustan los guías espirituales de la Iglesia que no les bailan el agua, que no les doran la píldora. Las críticas que, desde los púlpitos o las tribunas, los sacerdotes que no tienen pelos en la lengua suelen lanzar contra ellos son urentes, esto es, producen escoceduras, y ellos, como son muy suyos, solo aceptan en su país a los curas que les dicen, una y otra vez, un día sí y otro también, amén a su manera de proceder dictatorial, o, en su defecto, nada, ni mu.

No entiendo esa manía (afición que crea o deviene en adicción) que persiguieron todos los tiranos que en el mundo fueron, y aspiran a alcanzar tanto los que son como los que serán, que es ver el infierno en quienes opinan de manera distinta a ellos, en los otros, que extienden su criterio o perspectiva por doquier, que lo/a propagan tan rápidamente como la infección que transmite un virus (porte corona o no) contagioso.

Ignoro el porqué, pero, aunque, desde el punto de vista físico, se parecen poco, he advertido o atisbado en Rolando José Álvarez Lagos a Pedro María Piérola García, uno de los educadores inmarchitables que tuve en el inolvidable seminario menor navarretano. Puede que la razón esté o estribe en una frase sentenciosa de Ralph Waldo Emerson, que acaso venga a culminar un fiel retrato (menos prosopografía que etopeya) de ambos: “Exitosa es la persona que ha vivido bien, reído a menudo y amado mucho, que se ha ganado el respeto de los niños, que deja el mundo mejor de lo que lo encontró, que nunca ha carecido de apreciación por la belleza de la tierra, que nunca deja de buscar lo mejor en los demás o dar lo mejor de sí mismo”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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