PUEDE SER MUSA MÍA MARÍA ANTONIA
AUNQUE ELLA ESTÉ EN LA GÉLIDA LAPONIA
Un día constaté lo inesperado:
Cuanto con un objeto nos ocurre,
Que nos divierte y nunca nos aburre,
También nos pasa con el ser amado.
Fijar mi atenta vista en lo observado,
Un río por el valle que discurre,
O una docente que en error no incurre,
Me hace poseedor de lo guipado.
Si hacemos nuestro un libro sin tenerlo,
Con mirar y admirar también nos basta
A de bandera una mujer, sí, casta,
Y ese trofeo sea nuestro al verlo.
Puede ser musa mía María Antonia,
Aunque ella esté en la gélida Laponia.
Ángel Sáez García