El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

A mí las disyuntivas me dan grima

A MÍ LAS DISYUNTIVAS ME DAN GRIMA

DETESTO MASTURBAR A UNA ORCA Y LA HORCA

Reconozco sin ambages que hoy (como lo propio ha ocurrido otros domingos), cuando escribo estos renglones torcidos (no cuando los pase a ordenador, al día siguiente, aunque la ola de la gracia aún siga estando presente, vigente, entonces) me siento en deuda con Íñigo Domínguez, porque me he reído de lo lindo a su costa (stricto sensu, no de él, sino de lo que escribió, desopilante, hilarante, sin ninguna duda). Ayer, verbigracia, 7 de septiembre de 2025, me carcajeé a mandíbula batiente leyendo su columna titulada “El sexo de los caracoles, tal como está el mundo”, pieza que apareció publicada en la página 8 del suplemento IDEAS de EL PAÍS de dicho día: y admito que lo hice varias veces. Puede que en la que más me reí, a carcajada tendida, fuese al pasar mi vista por estas líneas que él había dejado escritas negro sobre blanco, más o menos, en el centro de su colaboración dominical: “Cada mañana, tras dos o tres noticias, a renglón seguido, sin solución de continuidad (nunca he sabido lo que significa esto exactamente —especulo con que acaso se haya debido a que Íñigo no ha especificado si se refería a la última palabra, “continuidad”, o a la locución “sin solución de continuidad”, sin interrupción; este menda ha querido advertir en esa expresión un guiño o seña a quien es un maestro del estilo, Juan José Millás, que hubiera apostillado, entre paréntesis, su latiguillo habitual “signifique esto lo que signifique”, seguramente—), tienes al caracol Ned”.

Recomiendo encarecidamente al atento y desocupado lector de estas líneas que lea las de Domínguez de cabo a rabo, y con más razón si lleva una semana sin echar unas risas. Me apuesto con quien sea doble contra sencillo a que se ríe “sin querer queriendo”, muletilla que solía tener siempre en la punta de su mui “el chavo del Ocho/8”.

En primer lugar, debo darle las gracias a él por escribir los renglones risibles que leí ayer con sumo gusto (está claro, cristalino, que ID escribe textos serios, pero, cuando leo los que llevan el marchamo de coñones, que borda, me da por conjeturar que es insuperable el periodista que ahora frecuenta la bota —no pretendo decir con ello que le pete pimplar, cual dipsómano, de ella, sino que ha sido enviado por el Periódico Global y él ha aceptado el encargo de escribir desde Italia—); y, en segundo, criticarle por haberse apresurado, al haber otorgado el premio al titular Forges de este año al caracol Ned, porque aún quedan cuatro meses incompletos y esa concesión puede que resulte, a la postre, prematura, ya que cabe hallar uno, dos o tres titulares que, a su propio juicio y criterio, lo superen y merezcan más.

Me parece bien que ID (iniciales de su nombre y primer apellido, pero también valen como las de Inteligencia Divertida, para distinguirlas de las de la IA, Inteligencia Artificial) imagine “que se pudiera entrevistar al caracol Ned, cosa que sin duda se haría si fuera posible. Yo me lo imagino así:

“—Caracol Ned, buenos días, antes que nada, ¿sabe usted que se llama Ned?

—Ah, pues ni idea”.

Pero me parece mal que especule y no alargue esa interviú, por ejemplo, así:

“—La condición de zurdo ¿le ha impedido tener relaciones sexuales satisfactorias?”

Porque esa pregunta y su respuesta pertinente le hubieran dado la información necesaria, precisa, para que tenga validez el aserto que ha expresado antes de que el caracol Ned no las ha tenido. ¿Cómo lo ha averiguado?

ID da de lleno en el blanco o centro de la diana cuando, vistiendo el traje de la prudencia y la seriedad aduce la razón por la que esto del caracol Ned sucede: “Yo creo que responde a nuestro deseo de no saber nada de lo que está pasando (sobre todo, porque, nosotros, como sociedad, estamos pasando olímpicamente, como pasotas redomados, del genocidio que está ocurriendo en Gaza, sin decir ni mu, como la inmensa mayoría de los gobiernos de los países de la UE, que, por la última foto de algunos de sus dirigentes o mandatarios, me han parecido meros palmeros del autócrata y/o tirano Donald Trump). Cuando peor está el mundo más tonterías se publican. Es un refugio en los repliegues más recónditos de la realidad”.

Ahora bien, no le perdono (con guasa, aunque no tenga Whatsapp) que haya desaprovechado tan pintiparada ocasión para hacer otra entrevista zumbona a la orca Keijo, a la que “se dedican a masturbar (…) para evitar que enloquezca”. Aunque la orca sea macho, ¿la masturbación la hacen en ese zoológico francés indistintamente empleados varones o hembras? Si algún trabajador del zoo, ora sea o se sienta ella, él o no binario, se ha negado a la práctica ajena del onanismo, ¿le han puesto en esta disyuntiva: quien no masturba a Keijo va a la horca?

   Nota bene

Como tengo la impresión refractaria (sigue la burla) de que la lectura de la columna de ID ha sido un coitus interruptus, animo a su autor a que retome el tema y nos brinde una posible interviú que pueda hacerle la orca Keijo al caracol Ned, en la que la primera le diga al segundo, verbigracia, esto:

—Lo siento, Ned, pero yo no me Keijo. Cada vez que me comparo contigo salgo ganando.

O, en su defecto, este otro comentario empático, solidario:

—Ojalá alguno de mis masturbadores pudiera metamorfosearse, en un pispás, en caracol zurdo y tú también pudieras correrte a gusto, de veras.

   Ángel Sáez García

   [email protected]

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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