EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CXC)
Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:
Salam Alaykum (“Salam Aleikom”, apunté en mi libreta de árabe, como me enseñaron Mohamed y Kamel, los dos estudiantes tunecinos de posgrado con los que compartí piso durante un año en Zaragoza). Pues a eso se llegó en la Edad Media (durante las cruzadas y la “guerra santa”) a matar al semejante en nombre de Dios y, por lo que trasciende y uno ve y escucha en los informativos de las diversas teles, quienes son partidarios de la “yihad” aducen idéntica razón para cargarse a otros congéneres hoy, ¡vaya disparate!, sí.
Aunque no son las noventa y cinco tesis que clavó Martín Lutero en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, tras leer las cinco propuestas que la pensadora y activista somalí Ayaan Hirsi Ali (nacionalizada holandesa) desmenuzará (con detalle y pormenores) en su libro, de reciente publicación (estará en las librerías el próximo 29 de abril), “Reformemos el islam” (a saber: que Mahoma y el Corán han de prestarse a la interpretación y, por ende, a las críticas; que conviene dar prioridad a esta vida, no a la que algunos insisten en decir que sigue a la muerte; que hay que limitar la “sharía” y dar prelación o preponderancia a la ley seglar; que urge poner fin a la práctica de “ordenar lo que está bien y prohibir lo que está mal”; y, como colofón, que hay que olvidarse de llamar a la yihad), considero que ese puñado de propuestas es una buena base o punto de partida para conseguir que los musulmanes puedan vivir en paz entre ellos y quienes creen en otras religiones en este mundo moderno, quiero decir, la necesaria reforma del islam que logre poner al día la religión musulmana, acomodarla al siglo XXI.
Así es, como escribe Karl Marx en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”: “Hegel dice, en alguna parte, que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se repiten, para decirlo de alguna manera, dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa”. Aún más trágica, si cabe.
Vaya, como veo (casi siempre estás coñón, pero hoy intuyo o sospecho que incluso lo estás aún más, si cabe, que claro que cabe, sí, por supuesto, zumbón) que andas de vaya, mofa o burla, te seguiré el rastro, quiero decir, pisaré donde has pisado; que continuaré tu broma, vaya.
Ciertamente, así es, como dices. Tus palabras (en la misma fina línea o frontera que separa la nación de las burlas de las veras) me han hecho recordar la existencia irrefutable de diversas serendipias.
Pondré un ejemplo. Dos féminas adultas fértiles hacen el amor las mismas veces al mes con sus respectivos maridos, dos varones adultos fértiles, y el resultado es que una queda embarazada y otra no.
Pondré otro: dos amigos se han gastado la misma cantidad dineraria, seis euros, y han jugado las dos mismas combinaciones numéricas (idénticos seis números a La Primitiva) en los sorteos del jueves y del sábado y, debido al azar, uno ha cobrado un millón de euros y el otro no (porque lo único que diferenciaba dichos boletos —el número de reintegro era, asimismo, el mismo—, era el número aleatorio de siete cifras del Joker).
Grosso modo y en serio, mi décima pretendía ponderar el cambio de actitud y rumbo de Obama. Tras seis años en la Casa Blanca, por fin, el presidente de los Estados Unidos ha llegado a la conclusión de que las viejas políticas de aislamiento con Cuba han resultado ineficaces.
Alaykum Salam (“Aleikom Salam”).
Te saluda, aprecia, agradece y abraza
Ángel Sáez García
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