El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Por qué la Navidad no dura el año?

¿POR QUÉ LA NAVIDAD NO DURA EL AÑO?

(ACASO MÁS QUE BIEN HICIERA DAÑO)

Dilecta Pilar:

De nada. Al parecer, los recuerdos que guardaba en mi memoria no eran tan buenos. Con la ayuda del “espabilaburros” (así llamo al ordenador o móvil con acceso a internet y, por extensión, también, al buscador Google) he comprobado que era conocido como “el raro” (que es algo que se le puede llamar a un loco —y de ahí mi equívoco, sospecho—) de Getafe, que es, seguramente, lo que dijo José-Carlos Mainer en clase.

El sábado (día que aprovecho para hacer la limpieza general de casa e ir a comprar al supermercado DIA más cercano a mi domicilio) estuve escribiendo décimas sin cuento (¡mira que eres exagerado, Otramotro!, media docena, que publicaré los primeros días de esta semana, de lunes a jueves), agrupé los correos que te envío conformando otra epístola, que lleva el título provisional de “Lanza acertó en el blanco/centro con su lanza”, y a las veinte horas y treinta minutos quedé en la Plaza Nueva o de los Fueros para tomar unos zuritos con mi amigo Pío, exalumno de los Camilos de Navarrete, que nació en Corella pero vive en Tudela. Ayer por la mañana estuve en el “Ciudad de Tudela” viendo el Tudelano-Athletic de Bilbao B (0-1). Álex Sánchez, qué pena, falló un penalty. Por la tarde aproveché para leer El País. Terminaré de leer los dos ejemplares (que compro durante el “finde”) a lo largo de la semana.

Te confieso que me he sonreído hoy al leer las firmas de tus dos últimos correos: Polar y Piar. Ya sé que todos nos equivocamos (y más con las prisas) a la hora de pulsar las teclas del ordenador, insisto, todos, sin excepción, pero me ha hecho sonreír, de veras, leer que eres (me consta que no hay una pizca de vanidad en ello) la misma estrella Polar (así aparece escrito, tras mandarme un abrazo; acaso querías dar a entender que hacía un frío que pelaba en Zaragoza) y que te gusta Piar (a cuantos trenzamos nos agrada hacerlo oralmente y, antes o después, también por escrito).

Un amigo (si de verdad lo es) no puede ser justo con los libros de sus amigos (ellas y ellos). Los de estos están entre los mejores del mercado (eso mismo piensa una tía de sus sobrinos, una madre de sus hijos y una abuela de sus nietos).

Como coincido en el parecer (todos los seres humanos erramos; y los herradores, además, lo hagan bien o mal, o sea, (y)erren —sumen una ye protética o no—, incorporan una hache ídem a dicho verbo), no agregaré nada más.

Me ha gustado mucho el soneto que has urdido (y dedicado) a tu sobrina Irene (otrosí, la imagen que lo acompaña transmite lo que significa su nombre en griego, paz). Ahora bien, como sabes, el verso trece, acaso por ser guarismo fatídico, te ha quedado descabalado. Mido y cuento doce sílabas. Me gusta el sintagma que contiene (“sueño ingrávido”, opuesto a pesadilla, propio de un bebé, de una recién nacida). Supongo que lo preferiste al cabal cómputo silábico. Acaso el platillo que lo ampara supere con creces, quiero decir, pese más que el platillo que contiene la opción que he repentizado y aventurado (“sueño impar”) como plausible y/o posible alternativa. Salvo (y hasta con) este pequeño detalle, el soneto (composición poliestrófica poética por la que tengo afición y a la que le brindo un cariño especial; desde hace un tiempo, me autoimpuse la tarea de escribir uno al mes, por lo menos) me parece muy bueno. Cuando tu sobrina entienda lo que lea y se lo lleve a los ojos te estará e(vi)ternamente agradecida por habérselo escrito y dedicado, seguro.

Abundo contigo en que la emoción desborda la racionalidad (para lo bueno, sentir la necesidad de escribirle un soneto a tu sobrina Irene, verbigracia; y para lo malo, lo que está acaeciendo en Cataluña con el rupturista “procés”, por ejemplo, que ha venido a sembrar cizaña, cuando no directamente odio, entre su ciudadanía, al querer imponer una mitad —o casi— a la otra mitad su visión de los casos y de las cosas) y, asimismo, la métrica.

Te agradezco sobremanera la felicitación navideña y anhelo para ti y los tuyos lo propio. No obstante, me molesta que esos buenos pensamientos y/o sentimientos (porque, como vino a decir y a dejar escrito en letras de molde uno de mis maestros —a quien le debo mi seudónimo habitual, Otramotro—, Miguel de Unamuno y Jugo, poco más o menos, si es cierto que siente el pensamiento también lo es que piensa el sentimiento), esos deseos de salud, paz, felicidad y esperanza, solo los profiera el grueso de la gente cuando está cercana la Navidad o durante la tal y no a lo largo de todo el año. Así que cabe preguntarse por qué no hacemos todo lo posible para lograr que todo el calendario sea una permanente Navidad. Y al momento me respondo con un endecasílabo cabal: acaso más que bien hiciera daño.

Abrazos y besos.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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