El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Un trombo puede ser un asesino?

¿UN TROMBO PUEDE SER UN ASESINO?

PARA QUIEN EL ERROR ITERA, SÍ

El domingo 24 de diciembre, Nochebuena, volví a leer en la página de la programación de EL PAÍS, correspondiente al lunes, 25, Navidad, que Antena 3 volvía a reponer (y este menda, seguramente, a ver, pues le encanta) la películaEl juez. La reseña que aparecía en el periódico global reiteraba la misma información deficiente, falaz, sin enmendar, de siempre.

Y a mí me dio por escribir los diez versos de la décima que sigue:

 

El periódico global,

Como lo hace gente humana,

Marra hoy, y lo hará mañana.

Mas, para mí es anormal

Que no se corrija el mal:

Una, dos, tres, cuatro veces

En el mismo error, con creces,

Ha incurrido en lo explicado

Sobre “El juez”, que ha publicado.

¿No son muchas idioteces?

 

Esto es lo que escribí, hace seis meses largos, y apareció publicado en mi blog al día siguiente, lunes 5 de junio de 2023:

EL TIEMPO ES JUEZ QUE DA Y QUITA RAZONES

   Está, más que claro, cristalino, que en la vida normal, cotidiana, como otro tanto acaece en el juego de las 63 casillas, dispuestas en espiral, de la oca, caer en unas, tras haber lanzado el o los dados, puede llevar a otras, y acarrear, por ende, un beneficio o un perjuicio (de oca a oca, y tiro porque me toca; de puente a puente, y tiro porque se me lleva la corriente; de dados a dados, y tiro porque me ha tocado), adelantando o retrasando la posición en el peregrinaje, trayecto o viaje.

Hoy, domingo 4 de junio de 2023, a las cuatro de la tarde, antes de ponerme a redactar a bolígrafo (suelo usar un BIC azul) estas líneas torcidas, he echado un vistazo célere a la página de la programación televisiva del periódico global, siendo más específico, a la 59 del prestigioso diario EL PAÍS, y he leído en un santiamén qué decía la tal sobre la película que había programado emitir La 1 a las 22.05 horas, “El juez”, dirigida en 2014 por David Dobkin, que, si esta noche la vuelvo a ver (por la tarde, aún de día, aunque yo ya había cenado, de regreso de mi “andamiaje”, así llamo a mi paseo raudo, vespertino, tras encontrarme con dos exmaestros —aunque quien lo fue lo será mientras viva y aun después de haber finado sus días en el planeta azul, la Tierra—, Gloria y Alfonso, en la tudelana Avenida Huertas Mayores, eso les he hecho saber), será la tercera vez que mis ojos y mis oídos estén atentísimos a cuanto suceda en la pantalla de mi televisor. Esto es lo que cabía leer en dicho epítome: “Hank Palmer es un abogado distanciado de su padre. La madre de (¿quién?) muere asesinada (falso; lo hace, de manera natural, por culpa de un trombo) y Hank decide ser el abogado de su padre (más justo sería formularlo al revés, que el padre y juez decide que quien lo defienda sea su hijo), el principal sospechoso”.

Recuerdo que escribí un texto (puede que fueran dos) en prosa al respecto la segunda vez que la vi en la tele. En dicho filme, por cierto, según mi parecer, tanto Robert Downey Jr. como Robert Duvall están de cine (nunca mejor urdido o más a propósito).

Hoy, volver a leer esas palabras del breve resumen erróneo, mendaz, sobre “El juez”, ha propiciado que recordara otras, que cabe leer, a su vez, en el auto inicial de “La Celestina”, que acabó Fernando de Rojas, pero el susodicho, primero, es de autor desconocido, en concreto, las del diálogo que mantienen Calisto y Sempronio (copio, directamente, de la edición de 1502, con las grafías puestas al día), donde amo y criado, respectivamente, intercambian estas sabrosas y sagaces dicciones:

SEMPRONIO. —La perseverancia en el mal no es constancia; mas dureza o pertinacia la llaman en mi tierra. Vosotros los filósofos de Cupido llamadla como quisiéredes.

CALISTO. —Torpe cosa es mentir el que enseña a otro, pues que tú te precias de loar a tu amiga Elicia.

SEMPRONIO. —Haz tú lo que bien digo y no lo que mal hago.

La reedición del yerro de marras, pues me temo que el mismo (ella, él o no binario) que marró otrora ha fallado también ahora (por no proceder como debería haber hecho, a la enmienda), me lleva a iterar la misma tesis que me brotó antaño, cuando servidor se dedicó, en cuerpo y alma, a preparar los materiales precisos para culminar ese proceso educativo del binomio enseñanza-aprendizaje, en el que la interacción propició que el profesor también aprendiera de sus alumnos (quien no lo hizo ¿se considera acaso buen docente?): De nada sirve que el maestro tenga la mejor disposición de ánimo para enseñar, si, entre sus alumnos, ninguno muestra un ápice o pizca de ganas en querer aprender.

Visto lo visto, lamentándolo sobremanera, no confío, sí deseo, pero no espero (si tengo en cuenta el antecedente) que la enseñanza de Confucio haya arraigado o prendido en quien debía hacerlo (“El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor”), pues tal vez siga sin enmendar el yerro de sus fuentes (manifiestamente mejorables, perfectibles). Es más, me apostaría con quien fuera doble contra sencillo a que, si La 1 u otra cadena repusiese “El juez”, aparecería la misma sinopsis errónea, sin corregir. Demos tiempo al tiempo, ese juez que da y quita razones, y lo comprobaremos (o no; entonces, si es así, admitiré que deduje y/o preví mal).

   Nota bene

Transcribo, a continuación, el último párrafo del texto que titulé “Más que una carabina ferial falla” y apareció publicado en mi bitácora de Periodista Digital, el blog de Otramotro, el martes 8 de febrero de 2022:

Nada más llevarme a los ojos el aserto apodíctico de Jodorowski, he barruntado qué le pudo ocurrir a quien escribió la breve sinopsis de la película “El juez”, programada por Antena 3 para las 22.10 horas del sábado, recensión que vio la luz ese mismo día, precisamente, 5 de febrero de 2022, en la página 51 de EL PAÍS, en la que se lee esto: “Hank Palmer es un abogado distanciado de su padre. La madre de Hank muere asesinada (sic) y Hank decide ser el abogado de su padre”. El espectador (hembra o varón) que vio dicho filme reparó, seguramente, en qué le comentó a Hank su hermano menor, autista, Dale, que el corazón de su madre se le paró y él la encontró sin vida junto a las hortensias. El padre, el juez, aduce que su esposa estuvo agachada, de rodillas, se le formó un trombo en la pierna y este le fue al corazón, que se le detuvo. Así que su muerte fue natural; a menos que, poéticamente, consideremos que quienes cometieron el crimen fueron las hortensias; nombre que le puso a dicha flor quien la importó de China, el naturalista francés Philibert de Commerson (conocido por acompañar a Louis Antoine de Bougainville en su viaje de circunnavegación entre 1766 y 1769) para homenajear a la esposa del célebre relojero parisino Jean-André Lepaute, la astrónoma y matemática Nicole-Reine de la Briere, también conocida por Hartense u Hortense Lepaute. Hártense de reírse, si quieren, lectores, pero es la pura y dura verdad.

   Ángel Sáez García

   [email protected]

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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