¿EL GENIO MÁS QUE EL NECIO ES DESDICHADO?
Hay quien, aunque no se dé cuenta, arrastra, como algunos penitentes en las procesiones de Semana Santa, unas pesadas cadenas tras de sí; son sus prejuicios. Estos le llevan a ser injusto y parcial.
Como vida y literatura son la misma cosa; y, si no lo son, una influye en la otra y otra en la una, de manera osmótica, a mí me nace, de vez en cuando, mezclar prosa y verso (acaso la culpa la tenga en mi caso “El hacedor”, obra miscelánea de Jorge Luis Borges, que vio la luz en 1960), porque la vida, el mero hecho de vivir, sigue demostrando lo obvio o probando bien, a las claras, que es un continuo y diuturno mestizaje. Y ahora, a renglón seguido, vienen las líneas que esperaban leer, si no todos, muchos de los lectores habituales de Otramotro: como no hay en el convento mejor maestro que fray Ejemplo, pondré uno a continuación, que sea aclarador, aleccionador.
He leído en no sé qué revista científica que, según los resultados que han arrojado no sé qué sondeos, llevados a cabo por no sé qué catedráticos de no sé qué ámbito del saber de no sé qué Universidad de no sé qué país, las personas con menor cociente intelectual son más felices que las lo tienen alto, por la sencilla razón (esa es la conclusión a la que han llegado, de manera mancomunada, los tres catedráticos responsables de dicho estudio, que han firmado el artículo) de que lo son sin esforzarse por serlo, y hasta sin proponérselo (que acaso eso sea, precisamente, lo que haya que hacer, no hacer nada para lograrlo).
He contestado a todas las preguntas que formularon los docentes, autores del estudio, a sus encuestados. Y, según los tramos de las tablas expuestas, siempre que no me haya equivocado, claro, circunstancia que no conviene descartar, yo acaso sea un genio, porque soy un desdichado de tomo y lomo (tampoco conviene echar en saco roto que aquí haya podido ejercer servidor, amén de granuja redomado, de irónico, es decir, haber expresado lo contrario de lo que pensaba o deseaba aseverar).
¿ES TODO NECIO DICHOSO?
¿ES TODO SABIO INFELIZ?
Hay quien pretende entender
A Kant, Hegel, Nietzsche, Ortega,
De inicio a fin, de alfa a omega,
Como el que aprende a tender
La ropa, churros vender,
Y, más tarde, una hamburguesa
Zamparse, si eso interesa,
Y beberse una cerveza,
Abrigando la certeza
De que la dicha no cesa.
De mendaz hay quien me acusa,
Porque piensa que embeleco,
Pero aquí yo funjo de eco:
“Existe la ciencia infusa;
Yo te la inspiro, tu musa”.
Leyre, experta arregladora, / la de manos delicadas.
Ángel Sáez García
