#cuentosdeNavidad
AQUÍ LAS SOLTERONAS CUÁNTO ENVIDIAN
(LAS DEL PUEBLO NORTEÑO DE RODELES)
Ayer recibí, en la dirección de correo electrónico que más uso, un “emilio” desternillante de un lector asiduo o esporádico, pero zumbón (ignoro si el tal se siente ella, él o no binario), en el que me confesaba que había abierto una cuenta nueva en Gmail con el doble propósito de quedar en el anonimato y mandármelo, porque yo, para él, también formaba parte de esa legión (que se estira y encoge, cual chicle) de guasones que, gracias a Dios, poblamos la faz del planeta azul, la Tierra, y lo hacemos con nuestras burlas más habitable. Dicho “emilio” lo componen los renglones que siguen (yo me he limitado a añadir los paréntesis que he juzgado pertinentes, distintos o relevantes, o sea, necesarios para su completa y total intelección):
En el pueblo de Rodeles (no sabía, a ciencia cierta, que dicha localidad norteña existiera ni que hubiera en dicho lugar un cuartel de la Benemérita), durante los tres últimos días, si ha habido un tema que se ha contado y comentado hasta la saciedad, el hartazgo, ha sido el asunto del paquete. Hace tres días, el cartero, que nació a treinta y tantos kilómetros de distancia de aquí, en Algaso, Roberto Pascual, entregó en el cuartel un paquete, al que, debido al trajín de ir de aquí para allí, se le había rasgado parte del papel, de color cartón, marrón, que lo envolvía, y dejaba ver, parcialmente, el doble objeto que contenía: un Consolador Vibrador Satisfyer y un gel lubricante. El paquete iba dirigido a Mercedes Prado, la esposa del cabo Edmundo Roca, que fue quien firmó haber recibido el mismo, pero puede que no fueran para ella, sino para una guardiacivil soltera o la esposa, si se trataba de dos personas distintas, de otro miembro del benemérito cuerpo de seguridad rural.
Bueno, pues, ayer tuve la gran suerte de coincidir con el grueso de las solteronas del lugar en el bar “Pelar la pava”. Estaban Eusebia, Dolores, Francisca Pina, Paca Moro, Sagrario y Rosario, la hija de Demetrio, “el Cojo” (que no era tal, sino manco, pero llegó la noticia de que, tras sufrir un accidente, le habían tenido que amputar un miembro y el que debía difundir la mala nueva se equivocó, pues, en lugar de miembro superior dijo miembro inferior, pero no le mudaron por eso el mote a Demetrio, no, que en Rodeles son muy suyos, de ideas fijas), y yo, mientras hacía, ensimismado, que leía el periódico del día en una mesa aneja a la única redonda del bar, que ellas ocupaban, les escuché recitar con toda nitidez, los seis poemas festivos que se habían autoimpuesto versear las concurrentes, para propagarlos y airearlos hoy, jueves, 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes.
De la media docena de poemas cortos que escuché, se me quedaron grabados en la memoria, la mitad, tres, estos, que yo he agrupado bajo el rótulo integrador de uno de ellos:
LAS SOLTERAS DE RODELES
ASÍ DEMUESTRAN SU ENVIDIA
I
La esposa del cabo Roca / es fémina con fortuna, / porque ella dos porras toca / y aquí nosotras ninguna.
II
Mal repartido está el mundo. / Hay quien tiene doble cuña, / como la esposa de Edmundo, / y no hay un dedo sin uña / para la hija de Segundo, / que aquí tanto refunfuña.
III
En el pueblo de Rodeles / (no sabía que existiera), / hay de mieles y de hieles / partidarios (ni que diera / tanto juego hablar de geles / y, si uno entrar pretendiera / con su pene enhiesto, Celes, / en ti, que no te doliera).
Nota bene
Este divertimento me nació tras pasar mi vista por la columna titulada “Macarra y mamporrero”, que lleva la firma de su autor, Álex Grijelmo, y apareció publicada en la página 12 del suplemento IDEAS, en la edición de papel del prestigioso diario EL PAÍS del pasado domingo 17 de los corrientes mes y año, donde se lee lo siguiente: “Esta identificación de ‘porra’ y el miembro viril viene de lejos, como atestigua una vieja jota castellana: ‘La mujer del señor guardia / esa sí tiene fortuna / porque ella toca dos porras / y las demás sólo una’”. Tengo respeto y aun admiración por los miembros probos del citado cuerpo armado. Así que, confío, deseo y espero que ninguna solterona ni ningún miembro de la Benemérita se enfade conmigo por esta párvula muestra de recreo. Sabedor de que de todo hay en la viña del señor, a fin de quitar hierro al asunto, en el supuesto de que alguien se haya sentido zaherido por los renglones torcidos que ha agavillado servidor, esta es la pregunta que encabeza una décima que titulé así, “De ti me río, Otramotro”: “¿Qué alta inteligencia, si de verdad lo es, será incapaz de esbozar, de buen grado, una ingenua sonrisa y aun de soltar, de buena gana, una sonora carcajada, al contemplar su propia caricatura?”.
Ángel Sáez García