China parece tenerlo claro: un plan para proveer de seguridad económica y física a los ciudadanos a cambio de sacrificar el ‘factor humano’ con el objetivo de volver a ser el país más relevante del mundo.
Ese plan utiliza la tecnología para el desarrollo industrial y dotar de confianza a la sociedad. Su mensaje es también un mensaje para nosotros: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestras libertades y nuestros derechos para poder competir contra los chinos?.
Claudio F.González (Madrid, 1963) es autor de ‘El gran sueño de China. Tecno-socialismo y capitalismo de Estado’. En su opinión, «China intenta aprender de los errores de la Historia y ha llegado a la conclusión de que la tecnología puede perpetuar su sistema».
Tecnología y algoritmos para perpetuar el sistema
Es lógico que en Occidente nos asuste que una autocracia pueda ser mejor que nuestras democracias liberales. Su sistema tiene ventajas, pero hay una narrativa que lo ve como un peligro internacional para un actor que aspira a dominar el siglo XXI.
«La tecnología y los algoritmos ayudarán al régimen a solventar sus dos problemas. El primero es el de la confianza, ya que en un sistema autoritario no hay confianza horizontal. La tecnología puede solventar el problema de saber si eres confiable o no gracias a que los algoritmos han medido tu reputación. Otro problema está sobre los que están lejos de la cabeza del régimen. Si estás muy lejos, hay una separación entre los intereses del país y los locales. La tecnología puede creer un sistema alternativo de confianza y vigilancia que te conviertan en un buen ‘empleado’ de esa compañía que es el ‘país'», razona el autor.
Su sistema sacrifica el factor humano en aras de un futuro mejor y es un desafío al que tendremos que enfrentarnos nosotros. El peligro mayor de un sistema como el chino es doble: generar suficientes innovaciones para que el sistema siga mejorando pese al factor humano, que puede estallar: hay tal sacrificio de lo que nos hace personas que al final se puede crear un desincentivo. Como ‘empleado’ hay unas reglas muy cerradas y no puedes criticar a la ‘compañía’. China se ha planteado estas cuestiones y ha tomado su decisión, pero aquí no nos vamos a librar de tomar esas cuestiones. China es un mensaje del futuro en muchos sentidos
González, que ha vivido entre 2014 y 2020 en China, cree que el régimen fue eficaz en la respuesta «a corto plazo» a la crisis del coronavirus aunque está por ver si esa eficacia se mantiene en el largo plazo. «Buscar una solución a un problema puede ser interpretado en un sistema como el chino como que vas en contra del propio sistema. Precisamente, esa ‘debilidad’ es la fortaleza de las democracias, discutir sobre ese problema nos puede hacer más eficientes a largo plazo, aunque en el corto no es así».
El sistema chino es un sistema eficaz a corto plazo en la gestión de una crisis como el caso de la pandemia. En cuanto a la narrativa, se trata de intentar mostrar eficacia respecto a otros sistemas. Pero son mensajes que mandan hacia dentro, a los clientes están dentro del propio sistema, para tener una sociedad más cohesionada, lo que ellos llaman ‘armoniosa’.
SINOPSIS DE LA OBRA
China tiene un plan: una combinación de contrato social para proveer de seguridad económica y física a los ciudadanos con un mandato celestial para volver a ser el país más relevante del mundo. Un plan que utiliza la tecnología para el desarrollo industrial, para dotar de confianza a la sociedad, y para ofrecer a los ciudadanos soluciones con una mezcla inseparable de conveniencia y control.
Su mensaje de fondo nos hace preguntarnos: ¿es que no queremos convertirnos en mejores ciudadanos, disfrutar de un entorno más seguro, vivir en un mundo feliz? Nos asusta -y mucho- que una autocracia demuestre ser mejor que nuestras democracias y nuestro respeto por la sociedad civil y los derechos humanos.
Sin embargo, la creciente presencia de China debería servir para que mejoremos y avancemos. Precisamente, esta monografía intenta explicar desde dentro -desde China- este nuevo plan, el tecno-socialismo combinado con el capitalismo de estado.
El análisis se pretende lo más objetivo posible cuando uno se halla inmerso en un país y una cultura apasionantes, donde la tradición y la modernidad se cruzan a cada instante en contradicciones manifiestas, y cuando existe igualmente una compleja lucha de narrativas, las que explican las ventajas de su sistema y su buena voluntad global, y las que aseguran que China es un peligro internacional y ha desatado la carrera armamentística de las nuevas tecnologías.
La realidad es bastante más compleja, con objetivos sociales y políticos muy alejados de los que estamos habituados.
De hecho, esta es la mayor contribución de la China actual: el país, su sistema y sus experimentos están en algún lugar de un futuro posible y deberían servir de punto de referencia para una reflexión sobre el triángulo tecnología, economía y sociedad que conduzca a un verdadero beneficio para todos.
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