Ladronicio palestino. por Eduard Yitzhak

 

Los palestinos jamás han existido como pueblo, son árabes que ocuparon la tierra de Israel cuando el Imperio Islámico se expandía por la tierra y sometieron a los habitantes de las tierras conquistadas a la Sharía, la ley islámica, y toleraron que las Gentes del Libro (judíos y cristianos) pudieran vivir sometidos como dhimmies, ciudadanos de tercera categoría. Los que no eran dhimmies y no se convirtieron al Islam fueron pasados por las armas de la Yihad.

El fonema P, de papá, o de Palestina,  no existe en el árabe. Los árabes substituyen la «P» por «B». Por ejemplo «el papá» en árabe البابا se pronuncia «albaba».

Nunca Palestina fue un estado árabe o musulmán. el nombre de Palestina fue dado por el emperador romano Adriano en el año 135 EC después de vencer a los judíos tras sofocar la revuelta de Bar Kojba y la renombró como Siria Palestina con el intento de desjudaizar Israel.  La rebelión judía tomó a Roma por sorpresa. Adriano llamó a su general Sexto Julio Severo que estaba en la Britania y convocó múltiples legiones, incluso las que estaban en el Danubio, donde los germanos no ofrecían la misma resistencia que los judíos a ser ocupados. El tamaño del ejército romano era mucho mayor que el de Tito, sesenta años antes. Las pérdidas romanas fueron muy grandes, entre ellas una legión completa, la Legio XXII Deiotariana, ​ de hecho, fueron tan grandes que el informe de Adriano al Senado Romano no incluía el habitual saludo «Yo y las legiones estamos bien».

A los tres años de que se iniciara la rebelión, las luchas culminaron brutalmente en el verano del año 135 EC. Después de perder Jerusalén, Bar Kojba y los restos de su ejército se retiraron a la fortaleza de Betar, que fue sitiada y tomada. El Talmud de Jerusalén relata que el número de muertos fue enorme; también relata que durante diecisiete años no se permitió enterrar a los cadáveres de Betar.

Según Dión Casio, fueron asesinados 580.000 judíos. Asimismo, 50 ciudades fortificadas y 985 aldeas fueron arrasadas.​ El emperador romano Adriano intentó destruir de raíz la identidad judía, que había sido la causa de las continuas rebeliones. Prohibió la Torá (Antiguo Testamento),  el calendario judío y mandó ejecutar a numerosos rabinos estudiosos y eruditos. Los rollos sagrados de la Torá fueron quemados en una ceremonia en el Monte del Templo.

En la zona del antiguo Templo, Adriano  instaló dos estatuas, una del dios romano Júpiter y otra de él mismo. Administrativamente eliminó la provincia romana de Judea fusionándola con otras regiones en la provincia de Syria Palestina,​ tomando el nombre de los philistim (filisteos) que significaba «invasores» y eran los antiguos enemigos de los judíos, y fundó la ciudad de Aelia Capitolina en el sitio de Jerusalén, prohibiendo a los judíos que entraran en ella. Para humillarlos todavía más, sobre la puerta principal de la ciudad se colocó la estatua de un cerdo. Actualmente existen restos del cardo de la fase romana en la Ciudad Vieja de Jerusalén.

El cristianismo nació como una secta del judaísmo y se separó más tarde, hacia el Primer congreso de Jerusalén, año 50 EC, tal como se puede leer en el libro neotestamentario de Hechos de los Apóstoles, y la aceptación de gentiles, no-judíos, sin el requerimiento de la circuncisión ni de la observancia total del kashrut, pero si como se lee en Hechos de los Apóstoles 15:28-29: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis.

Los primeros cristianos supieron que Jesús era judío, y los Evangelios reclaman su ascendencia al Rey David, los declararon Mesías, Hijo de David.

La dirigencia palestina se aprovecha de la cada vez mayor ignorancia de la población Europea en general, y de la española en particular, de la Biblia, para afirmar que Jesús era palestino.

El objetivo de ello es denigrar los textos bíblicos en general y neotestamentarios en particular y crear una nueva «visión» sobre el conflicto israelo-palestino afirmando que Jesús era palestino y que los judíos no proceden de Judea, intentado desvirtuar e invertir la realidad, en el que los árabes colonizadores pasan a ser los nativos, y los auténticos nativos, los judíos pasan a ser «colonizadores» en la narrativa palestina.

En realidad los árabes y palestinos que viven en Israel son los auténticos colonos que proceden del colonialismo árabe-islámico. El colonialismo es el sistema social y económico por el cual un estado extranjero domina y explota una colonia.

Los dirigentes palestinos, aupados por el colaboracionismo de la extrema izquierda y de todos los antisemitas de turno, califican a los judíos de colonos en Judea-Samaria (mal nombrada Cisjordania, sería como nombrar a Madrid capital de Al-Ándalus), la pregunta a todos estos antisemitas es: ¿Cuál es el estado judío extranjero que domina y explota la colonia? ¿Dónde está la metrópoli de los «colonos» judíos?

Los árabes y palestinos que viven en Israel son colonos pertenecientes al panislamismo y al panarabismo que nació en Arabia.

Afirmar que Jesús era palestino es negar su judeidad, su pertenencia al pueblo judío. Esto no nos afecta a los judíos en cuanto no le reconocemos como Mesías. Pero si afecta totalmente y de pleno a los cristianos, es un «torpedo a la línea de flotación» del cristianismo, pues, si Jesús era palestino y no judío, los Evangelios y toda la teología cristiana es una pura farsa y absoluta mentira.

Ese es el objetivo de la postal del representante de la Autoridad Palestina en España.

 

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