Otro Kaddish por Ilan Halimi

Ilan Halimi, el joven judío francés de 23 años de edad que fue secuestrado el 20 de enero del 2007 y asesinado por sus torturadores musulmanes, la banda de los bárbaros, así bautizada por su jefe, Youssuf Fofana, de 25 años, un tipo extremadamente peligroso originario de Costa de Marfil.
Tras tres semanas de pesadilla, Ilan fue hallado moribundo junto a las vías del ferrocarril en la población de Sainte-Geneviève-des-Bois, en la banlieue del sur de París, no muy lejos del aeropuerto de Orly. Desnudo, amordazado y maniatado, su cuerpo – cubierto materialmente de hematomas- presentaba signos evidentes de torturas: heridas de arma blanca y quemaduras causadas por algún líquido inflamable. Incapaz de articular palabra, murió mientras era trasladado en ambulancia al hospital.
Sus secuestradores le torturaron hasta morir porque Ilan era judío, y como tal “debía de tener mucho dinero o su comunidad lo tendría”.
Ilan fue asesinado porque era judío.



El secuestro y asesinato en París del joven Ilan Halimi no es el crimen neutro que inicialmente pareció ser. La instrucción judicial confirmó, como sostenía la familia de la víctima y temía la comunidad judía francesa, la existencia de un móvil antisemita. Así lo vio la juez que investigó el caso, Corinne Goetzmann, que dictó el procesamiento de siete miembros de la banda que perpetraron el secuestro por los delitos de asociación de malhechores, secuestro y «asesinato con premeditación en razón de la pertenencia o no pertenencia, cierta o supuesta, de la víctima a una etnia, una nación, una raza o una religión».

Discurso del embajador de Francia en Israel, Jean-Michel Casa, durante el entierro de Ilan Halimi en Jerusalem el 9 de febrero del 2007-02-11

Jean-Michel Casa, embajador de Francia en Israel.
Cementerio Ar Hamenurot, Jerusalem el 9 de febrero del 2007.

En este día de recogimiento y dolor, es en la familia de Ilan donde van mis pensamientos, sobre todo, Madame Ruth Halimi, su mamá, a Vd. cuya dignidad y coraje nos conmociona a todos muy profundamente.

La muerte de un hijo joven es inconcebible, más allá de lo pensable, ello invierte el orden del mundo, ello es un insulto a la tierra y al cielo. La muerte de un joven es más intolerable todavía cuando esto es obra de torturadores bárbaros, un crimen abominable que las palabras no pueden describir.

Ilan era un hombre, joven, desbordaba vida, energía y alegría. La cara radiante que tenía hace un año, nosotros la hemos descubierto, en nuestras pantallas de TV, en las cubiertas de las revistas, durante las insoportables semanas del secuestro, luego con esta muerte, terrible. Ilan ha devenido todos los hombres, en nombre de esta obligación entera, única, profunda, que está en cada uno de nosotros para respetar la vida.

Ilan era también un niño, el vuestro, Señora, pero también ha devenido nuestro niño, cada niño. De este lado de lo humano, haya podido ser cometido,

Ilan era un francés, uno de los nuestros; el ha devenido todos los franceses, los franceses estupefactos de que un tal acto, de este lado de lo human, haya podido ser cometido, el mismo haya sido posible

Ilan era judío, se sentía judío, pensaba como judío. El odio que ha servido como abono de esta violencia, a este desencadenante de odio y abyección, en este crimen, obliga a la sociedad francesa toda entera, a cuestionar, de movilizarse para combatir todo resurgimiento del veneno del antisemitismo, sin la menor concesión. Esto es una obligación, y que vale para toda la humanidad entera, a no bajar jamás la guardia, a nunca jamás desviar los ojos delante del retorno posible del monstruo, a nunca dejar pasar nada.

Nosotros tenemos todavía en la memoria la inmensa manifestación de apoyo del pueblo francés en las calles de Paris, o todavía el oficio religioso en la gran Sinagoga de la calle de la Victoire, donde el Presidente de la República vino en persona a testificar su profunda pena y su turbación, pero también como sostén del conjunto de la República francesa: porque la República es la que también se ha sentido, con el asesinato de Ilan, agredida y humillada.

Señora, La República os debe la verdad sobre la muerte de vuestro hijo. Hoy todos los torturadores y los asesinos de Ilan han sido encontrados, han sido arrestados. Ellos responderán de su crimen delante de la justicia, de la cual nosotros debemos esperar legítimamente la mayor severidad. Las autoridades francesas harán todo para que una tragedia tal no se de nunca más, nunca jamás.

Quisiera todavía compartir con esta madre, que hoy es la madre de cada uno de nosotros, este pensamiento, que yo creo, viene del Talmud, y que dice que « después de la muerte, los Justos son llamados vivos ». Si, Ilan está vivo, el descansará para siempre vivo en nuestros corazones. En el momento cuando él regresa a Tierra Santa, en Jerusalem, nosotros le deseamos con fervor que su cuerpo y su alma reposen en paz »

AMEN VE AMEN

KADDISH por ILAN HALIMI

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