Fe triste, fe herida… fe viva
Uno acostumbraba a conjugar el trote del potro con el arrastrar cansino del caracol. El camino de la fe es difícil, marcado por cotas de entusiasmo celestial y otras de descenso directo al inframundo. Unos ratos, sonrisas; otros, penurias. Y más cuando se es, a la vez, vehemente y apático, apasionado y distraído, radical y dubitativo,