Camille Paglia

‘Sexual Personae’: Sexo artístico

'Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson', el libro fundacional del nuevo feminismo más provocador

'Sexual Personae': Sexo artístico
Arte erótico. PD

«La era moderna, que yo dato desde finales del siglo XVIII, separó el sexo de la sociedad, de modo que el sexo ya no necesitaría estar institucionalmente validado para tener significado. El triste resultado de esta liberación es evidente en Baudelaire y en Swinburne, para quienes el sexo es un tormento que nos infligen Dios y la Naturaleza.»

«La crítica de Swinburne a la heterosexualidad es inteligente y rotunda. La heterosexualidad es la medida de todas las cosas, pero es tan común como el polvo. El Hermafrodita, que representa la belleza ideal para él y para Gautier, es como la arrogante Safo, que se aparta de la sociedad y de la naturaleza. La esterilidad pasa a ser un privilegio espiritual. Lo masculino y lo femenino son “inferiores” porque siguen demasiado cerca a la realidad. A punto de ser asesinada por su ilícita dualidad sexual, la heroína de Latouche grita que no pertenece a la especie humana. De este modo, el Hermafrodita de Swinburne, exilado del diálogo social por estática ambivalencia, se pasa rumiando su frustrante extrañamiento. Amar significa no tener que deshacer nunca las maletas. La luna de miel es el orbe henchido de la mente, suspendido casi al ras de una cosecha nunca recogida.»

«El lesbianismo es una brecha en esa naturaleza procreadora, a la que Baudelaire siempre está dispuesto a insultar. Por lo tanto, la mujer lesbiana es otra mujer estéril, similar a sus metálicos vampiros urbanos. Baudelaire cree que la homosexualidad, como práctica antinatural, nunca podrá ser completamente satisfecha.»

«El autorretrato romántico de Emily Brontë caracterizada de Byron es un ejemplo de mi principio de la metatesis sexual, un cambio de sexo artístico. Otros ejemplos son la transformación por parte de Byron del monaguillo John Edleston en Thyrza; la de Alfred Agostinelli en Albertine por parte de Proust, y la de Victoria Sackville-West en Orlando por parte de Virginia Woolf. Sería una vulgaridad reducir la metatesis sexual a simple y llano miedo al escándalo. Se trata de una economía espiritual de mayor alcance. La metatesis sexual es una progresión metafísica, una expansión de la identidad mediante una sensación erótica mentalmente prolongada. El original de la vida real es como una palabra del ámbito sexual traducida a un nuevo lenguaje imaginario. La metatesis sexual que opera en Cumbres borrascosas, como la que opera en el Christabel de Coleridge, se dirige al yo más que a un otro carismático. Surge del deseo del artista o de la artista de vivificar e inmortalizar una identidad suya esencial, pero socialmente prohibida.»

«Nos enfrentamos [ante Emily Brönte], como en el caso de Emily Dickinson, con la paradoja de una mujer de genialidad romántica. Ya vimos que el poeta romántico, considerando que la persona masculina occidental era demasiado limitada, se hermafroditiza a fin de conseguir los poderes délficos de la receptividad femenina. Pero una artista, que sexualmente lleva ventaja por el solo hecho de haber nacido hembra, ha de extender su alcance en la dirección opuesta, hacia lo masculino.»

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