Los cinco pilares de la felicidad del niño

Relación: Activación

CÓMO EDUCAR PARA GENERAR ADULTOS FELICES

Relación: Activación
Escribir, estudiar, calcular, bolígrafo y cuaderno. PD

Como especie hemos entrado en un aceleramiento global, una hiperactividad generalizada que conecta con la natural insatisfacción humana, nuestra preferencia por lo novedoso y el sesgo de la distancia vital.

Este sesgo se activa si contempla su viaje, su vida, centrado en el factor distancia, ya que puede creer que a mayor velocidad, mayor  distancia  recorre  durante su vida.

Creerá percibir que cuantas más experiencias tenga y más rápidamente, más vivirá.

Pero no es tan fácil; solo tendrá que detenerse por un momento para darse cuenta de que la insatisfacción corre más que usted.

Desde hace miles de años se tenía la certeza de que felicidad y velocidad no correlacionaban.

La solución clásica a este dilema había sido que lo importante no era ni la distancia ni el destino sino el viaje.

Hoy sabemos exactamente lo mismo: que la felicidad no se relaciona con hacer muchas cosas, ni muy rápido, ni muy lejos, sino más bien con vivir intensamente cada paso que damos.

¿Cómo enseñar al niño a gestionar su activación? Para empezar tiene que considerar que a esta la rigen tres factores: lo innato, lo aprendido y las circunstancias del momento.

Cada niño hereda una sensibilidad diferente a los estímulos, la va adaptando mediante el aprendizaje desde el vientre materno y esta se expresa condicionada por el momento.

De los tres aspectos de la activación, el aprendizaje es el más potente y el que tiene mayor peso en ella durante la vida de la persona.

Existe una doble relación entre activación y aprendizaje. Por una parte este influye en la gestión de aquella y por otra, la activación tiene que estar en un nivel óptimo para que se produzca cualquier aprendizaje.

Poca o excesiva activación dificultan la atención y el procesamiento memorístico.

Su trabajo como educador respecto a la activación se centra en cuatro aspectos, todos conectados con la tolerancia a la frustración:

  • •     El niño tiene que habituarse desde el nacimiento a diferentes entornos y personas, silenciosos como una iglesia, o ruidosos como una estación de metro
  • •     En cada entorno debe guardar las formas que se esperan de él. Entrene en casa, recuerde la efectividad de practicar. Aprender a comportarse de forma inteligente de acuerdo al en- torno será una de las piedras angulares de su felicidad durante toda su vida. Empiece cuanto antes
  • •     Deje que se aburra ocasionalmente y no acuda a socorrerlo con actividad. Él solo resolverá este problema más pronto que tarde ya que el aburrimiento en el niño es imprescindible para que su cerebro active condiciones superiores
  • •     Enséñele a manejar los continuos silencio-ruido y relajación-actividad como herramientas para generar condiciones y entornos atractivos o de productividad

Para finalizar quiero subrayarle que tanto su relación con la familia, la adaptación social, como el desarrollo intelectual, emocional o cualquier condición artística superior, dependen directamente del propio control de la activación.

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Autor

Alberto Guzmán Ortega

Alberto Guzmán Ortega es Psicólogo y Terapeuta de Conducta. Su actividad profesional se viene desarrollando tanto en el ámbito de la Psicología Clínica como en la terapia individual y familiar. Ser padre, así como trabajar con niños y jóvenes, ha contribuido a reforzar la valoración que este momento vital representa para él.

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