No son refugiados, pues no hallan refugio, ni desplazados, ni inmigrantes, sino fugitivos. Huyen de la guerra. Esto es, del hambre, de la sed, del terror, de las explosiones, de los escombros, de la tortura, de la muerte. Miles, centenares de miles de familias, los padres, los niños, los bebés, los abuelos, huyen por las montañas, por los desiertos y por el mar tenebroso. Muchos sucumben despeñados,