El mejor periodismo se hace en las peluquerías
«Alvite es muchas cosas y sus contrarios: niebla y luz, descalabro y arquitectura, pesimismo radical y una chispa de esperanza desconocida… hace méritos para un cuadro de Hopper sentado al fondo de la barra», escribió de él J. M. Amilibia.
Con Carlos Herrera y David Gistau como entusiastas incondicionales de su columna diaria en La Razón ‘Áspero y sentimental’, José Luis Alvite charla con Periodista Digital en el Hotel Meliá de Madrid sobre su último libro ‘Lilas en un prado negro’.
En palabras de su amigo – y colaborador de El Mundo – Santiago González, ‘Lilas en un prado negro’ es una obra del más genuino Alvite.
Alvite explica en Periodista Digital algunos de los hechos que han causado su obra, que es una relación de acontecimientos en torno al psiquiátrico San Antón de Restende.
Son personajes relacionados con la vida íntegra de un viejo manicomio gallego. Tiene que ver con mi estancia esporádica en una institución parecida y fueron publicadas por un periódico gallego en su momento, una recopilación que se hizo por el interés de una buena amiga a mi pesar, porque a mí no me interesaba recordar esa etapa de mi vida. Ya está superada felizmente.
En un artículo en La Razón identifica a Rocío como la responsable de que se decidiera a sacarlo.
La conocí en Facebook, una herramienta que yo no manejaba. Me metí por probar si tenía la pericia de probar algo nuevo, la conocí ahí. Le interesó mi obra, y es a la que he tenido encima, dándome la tabarra para recuperar los trabajos que aparecen en el libro. La recopilación la hizo ella y el esfuerzo lo hizo ella. Yo me limité a dar el permiso un poco cargado, pero el mérito es de ella, sin duda alguna.
Alvite deja claro que ‘Lilas en un prado negro’ tiene bastante más de realidad que de ficción.
No es una novela, es una colección de relatos muy breves basados en una experiencia real, por la pasión que me supuso el reencuentro com el mundo psiquiátrico con el que siempre me encontré muy unido, desde niño. No porque fuera un niño loco, sino porque siempre he sido muy aficionado a la gente que sea muy peculiar y el loco es un hombre muy peculiar, muy especial, muy lúcido y brillante a veces, muy literario.
Sobre si el mensaje que transmite la obra es positivo o negativo, Alvite no se queda con ninguna de las dos opciones.
El mensaje es expectativo. Yo no creo que haya que dar ningún tipo de lección moral. Me limito a observar a una serie de personajes con su situación personal concreta, me limito a observar sin sacar ninguna conclusión moral concreta, eso es cosa de obispos y de políticos, a mí eso me interesa.
Los ‘diferentes’
Al que es diferente se le señala como nocivo, es como antes el que tenía una enfermedad contagiosa, se le apartaba por considerar que los demás podían ser negativamente afectados. El loco es diferente, el lucido es indiferente, el talentoso es diferente, el político – lamentablemente – es indiferente también. Ese sí que es una lacra que convendría combatir, la locura no es ninguna lacra, es una circunstancia, nada más.
«He sido discriminado en Galicia»
He sufrido discriminación en mi propia tierra. He tenido muy difícil publicar en Galicia en la prensa. Las historias de Savoy, por ejemplo, que empecé a publicarlas en Madrid, cuando intenté publicarlas en Galicia y dijeron que era una cosa que ya no interesaba nadie. Me la permitieron un día y al día siguiente la prohibieron. Nunca he entendido porque en Galicia hace falta ser japonés o extranjero para que se te trate mejor. A mí es lo que me ha ocurrido. Y como no soy japonés, me tuve que ir fuera, a publicar en Madrid.
Galicia es un mundo pequeño, aunque con literatura muy grande, pero un mundo lleno de prejuicios, muy minifundista, mentalmente también, igual que lo es en la vida agraria, lo es mentalmente. Lo diferente, lo singular, no está muy bien visto en Galicia. La gente o emigra por hambre o emigra por talento.
Su entrada en el mundo periodístico
Entre en el periodismo por un callejón, literalmente por el callejón que daba a la parte de atrás de El Correo Gallego, diario local de la ciudad en la que nací. Mi primer encargo como redactor me lo dio un mozo de la rotativa, que me dio un botijo y me dijo que fuera a por agua, y eso fue lo que me puso en contacto con la calle, que es lo mejor que pude aprender del periódico.
Alvite, en muchas de sus entrevistas ha dejado citas célebres, como la vez en la que comentó que su padre había dicho que ‘había dos formas de destrozar el lenguaje, la masturbación y el periodismo’.
Yo la he estropeado de las dos maneras, la verdad. Pero la estropeo más con el periodismo.
La crisis del periodismo
Ahora hay mucha corrupción incluso en la prensa, la prensa se ha convertido en una herramienta dependiente del poder político-financiero, antes no había corrupción, había hepatitis, cirrosis, porque el periodista tenía vicios, ahora tiene corruptelas. La estructura del periodismo es muy coincidente con el poder.
A los periodistas les falta calle, han perdido el contacto con la calle. El periodismo pierde las subvenciones y se encuentra con que no hay gente en los quioscos, por la gente ha olvidado el quiosco, ha olvidado la calle, les han olvidado los lectores. El periodismo quiere volver a la calle, pero ya no hay gente en la calle.
No es que los lectores lean poco, es que los periodistas se han olvidado de como se escribía, por tanto no puedes esperar que la gente aprenda a leer.
Los periodistas auténticos que quedan son los de las peluquerías, es donde se hace el mejor periodismo de hoy en día.
¿Dónde hay más canallas? ¿En Savoy o en la banca?
Hay más canallas simpáticos en Savoy. En la banca conozco gente muy sacrificada. He sido empleado en una ventanilla en una banca. La gente de la banca es gente de la calle completamente normal, maravillosa. Los dirigentes de la banca son otra cosa, pero de eso saben más los jueces y la policía que yo.
Salvo a la gente que forma parte de la plantilla de la banca, al empleado. A los dirigentes los censuro, porque forman parte de la misma estructura del poder, que me parece lamentable y la prensa.
Políticos gallegos
No deja de ser curioso, hablando de Galicia, que en un momento en que todos los políticos bajan electoralmente, el presidente de la Xunta de Galicia haya logrado que suba su proporción de escaños.
Creo que Alberto Nuñez Feijóo ha sido un buen presidente en Galicia, igual que lo fue don Manuel Fraga. A mí no me duelen prendas reconocer que Fraga fue un verdadero talento, un presidente excepcional y, de hecho, en Galicia lo critican una barbaridad, señal evidente de que ha sido un gran político y de que hizo mucho por una tierra que quizá no lo merecía.
Feijóo también es un gran político, tiene ideas propias y no es muy dependiente del partido, quizá eso le salve un poco, que no es muy oveja del rebaño. Aunque tiene un carisma aburrido de funcionario de correos. Es eficaz y parece honrado.
Mariano Rajoy, no sé que sensación me produce, creo que ni él mismo sabe que impresión produce cuando se mira en el espejo. Creo que es un hombre muy inteligente, muy cauteloso, aunque no cobarde. Creo que va a ser un buen presidente, pero por intuición, no porque lo conozca demasiado.
¿Recomendaría a algún político que fuera al manicomio?
No. Quiero demasiado a los del manicomio, por lo que no quiero que tengan a nadie parecido a un político dentro.